esa otra que soy yoesa otra que soy yo

21/11/07

lo que de verdad importa [viajes]

Cuando el pasado viernes llegué a la casa que habíamos alquilado en Isla con la familia lo primero en que pensé fue en irme. Todo el viaje se había organizado muy rápido y no había sido fácil encontrar una casa que cumpliese todos los requisitos sin apenas tiempo (que estuviese cerca para que pudiesen ir también los que trabajan el sábado, que fuese grande para que entrasemos todos de una forma más o menos cómoda, que fuese barata para que estuviese al alcance de todas las economías...). Por eso, a la casa no se le podía pedir más. De hecho, cuando me marché de allí el domingo ya la veía con mucho mejores ojos y no entendía que me pasó a mi llegada para agobiarme hasta el punto de querer marcharme...
La cosa es que llegamos cuando ya era de noche y después de que el coche nos hubiese dado un susto de camino. Cansados, comenzamos a investigar la casa y, puede que por el cansancio, puede que porque mis últimos viajes han sido por suerte a lugares bastante menos económicos y a lo bueno se acostumbra uno rápido, la casa me empezó a agobiar de tal forma que no veía el momento de salir de allí.
Era la típica casa de pueblo, amueblada con todo lo que sobra en los demás sitios y a cuya limpieza no se le dedica demasiado tiempo porque no tiene un uso continuado. Además, como ibamos a ser muchos, había que reorganizar sofás, plegatines y todo lo que pudiese servir para dormir, y al empezar a mover todo, mi alergía al polvo empezó a colaborar con mi agobio y la pija que llevo dentro empezó su lucha por salir. Y casi me voy. Pero me quedé.
Escrito así ahora parece un poco estúpido pero en el momento sentí una sensación de agobio difícil de describir y que quizá sólo las personas un poco maniáticas de la limpieza y el orden como soy yo pueden llegar a comprender. Por suerte, comprendí a tiempo qué era lo verdaderamente importante en ese viaje.
Vi a mis sobrinos jugando por la casa, ajenos a si estaba más o menos limpia, corriendo de un lado a otro, investigando un entorno que era nuevo para ellos, saltando en las camas sin importarles las estrellas que la casa tendría o dejaría de tener si fuese un hotel. Y pensé en el resto de mi familia, que estaría de camino. Y en los que llegarían al día siguiente después de trabajar. Y me quedé. Y fue la mejor decisión que pude haber tomado. Llegó un momento durante el fin de semana que ya no me importaba donde estaba sino con quien. Hablamos, reimos y jugamos en familia. Y eso es lo que de verdad importa.
fin de semana en isla

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes razón, no dejes que esa "pija" te amargue los buenos momentos. Piensa que las cosas son importantes por lo que signigfican para ti, no por lo que valen. Además hay una frase muy sabia que dice: "la belleza está en los ojos del que mira". ¿No es verdad?