esa otra que soy yoesa otra que soy yo

18/5/21

«El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI», de Tamara Tenenbaum, y algunas lecturas más... [mis lecturas]

«El fin del amor»
Tamara Tenenbaum
Editorial Seix Barral
312 páginas

Hay momentos que una tiene cuerpo de novela y no de ensayo. Una tras otra iba colando historias y procrastinando el momento de enfrentarme a este libro a caballo entre el ensayo y la autoficción, a pesar de que intuía que lo que encontraría en sus páginas me iba a gustar. O más que gustar, me iba a reconfortar y a reafirmar. Y así ha sido.

Tenenbaum ha conseguido ordenar muchas de las ideas que muchas mujeres y muchas más feministas, tenemos dando tumbos dentro. Lo hace de un modo ameno, que parece incluso ligero, o se lee como ligero, más bien, porque detrás de cada tema abordado hay una ingente cantidad de referencias y se vislumbra una gran labor de documentación y reflexión por su parte.

El libro ha venido a reforzar una idea que, una lectura tras otra, parece innegable: Algo ha cambiado y se está movimiento en el universo femenino. La lucha feminista no es nueva y no está ni siquiera cerca de estar concluida, pero es un clamor que está en un momento álgido. Son muchas las escritoras que están centrando su discurso en otro modo de hacer las cosas, que están al fin ocupando un espacio en el mundo en general, y en la Literatura en particular, que hasta ahora nos había sido negado.

Leyendo a Tamara me han resonado fuerte otros títulos recientes («Caliente» de Luna Miguel o «Feminismo Vibrante» de Ana Requena Aguilar, por ejemplo), que apuntan en la misma dirección, tocando parecidos temas y haciéndose las mismas preguntas. Tomando conciencia, al fin, de que el feminismo no sólo es una cuestión de sexo, sino de poder y de cómo se ejerce, que tras los mandatos de género y todo lo que encierran (desde los trabajos que cada cual puede desempeñar hasta cómo se distribuyen los afectos), hay un sistema capitalista que nos quiere dóciles y encerradas en la rutina de nuestras obligaciones.

«Había cosas que eran de puta, cosas que eran de tonta, cosas que eran de ridícula y cosas que eran de loca […] El resto de chicas no tenían todo tan claro como yo pensaba. Todas tenían miedo de hacer las cosas mal; todas sentían en algún momento que en efecto estaban haciendo las cosas mal».

«Tendemos a pensar que somos absolutamente libres y que, si sentimos que no lo somos, es por una debilidad propia: que si empezamos a “pensar distinto” vamos a dejar de sufrir por ser gordas, estar solteras o ganar poca plata. Tengo buenas y malas noticias: 1) no estás sola, todo eso que pensás que es culpa tuya no está bajo tu control (más que en apariencia); 2) el “problema” no se soluciona con un “cambio de cabeza”; lo que hay que cambiar es el mundo».

Es en este relato compartido de las mujeres que están atreviéndose a hablar en voz alta donde surge la posibilidad de cambio. A medida que buscamos espacios para compartirnos y reflexionar sobre lo que somos y lo que deseamos, se hace patente que por separado nuestros problemas son (parecen) irresolubles, pero que uniendo nuestras voces, el relato que nos habían contado cae, para dejar paso a una historia común en la que sentimos por fin que podemos ser protagonistas. El tiempo de las musas y las vírgenes postradas pasó.

«Una mujer puede hacer infinitas cosas pero, si no tiene amor, socialmente será reconocida como vacía, como sujeto incompleto […] Debe darlo todo -su tiempo, su fuerza de trabajo, su disponibilidad emocional-».

Y en esta historia en la que somos protagonistas, muchas nos hemos parado (me incluyo como militante de la esperanza en el cambio posible) incluso a repensar el argumento, en formas y en contenido. Desde el trabajo al amor, pasando por la forma de comunicarnos o de follar: El lenguaje universal masculino y bélico no es nuestra forma de narrar.

La verdadera revolución del feminismo está en repensar la forma de hacerlo TODO, tomar conciencia de que amar no nos hace más débiles, que mostrar nuestra vulnerabilidad no nos expone como víctimas, sino como humanas deseantes y sintientes en un mundo a la vez hostil y bello.

Tenenbaum va repasando y repensando los constructos sociales en los que se basan nuestros roles de género, nuestras formas de estar en el mundo: La pareja, el matrimonio, las relaciones sexuales, el consentimiento, el culto al cuerpo y a la belleza, la maternidad… No da respuestas, sólo plantea cuestiones; sólo nos invita a reflexionar con ella sobre cómo articulamos nuestra vida sobre decisiones que creemos tomar de una forma libre, mientras está operando en nosotras todo el peso de la tradición y la inercia cultural, social y moral que nos rodea.

Es un libro para leer subrayando, releer pensando y pensar actuando; invita a soñarnos más allá de los márgenes que la sociedad impone. Aquí algunos de mis subrayados, sólo algunos, merecen la reflexión todos…

«En las sociedades de consumo urbanas contemporáneas la pareja es una tarea más».

«La armonía conyugal, que antes era un mandato moral, se recicló como parámetro de éxito».

«Ser feliz hoy tiene que ver más con la obligación que con el deseo. ¿Es posible salir de esto? ¿Se puede querer otra cosa que ser cada vez más y más feliz?»

«En la carrera del bienestar, todos creemos que vamos perdiendo. Estoy cansada, pero además de estarlo, me siento culpable por estar cansada. El relato de la salud y el bienestar como caminos hacia una mejoría infinita viene a paliar la ansiedad que nos produce la ausencia de un orden moral compartido con todos, la incertidumbre y el vacío que nos dejó la caída de los grandes relatos».

«El feminismo no consiste en cuestionar el deseo de las otras, sino el propio, aunque sea doloroso, sobre todo cuando la sensación es que eso que anhelamos no nos está haciendo bien».

«Queremos vínculos igualitarios y honestos. […] También queremos enamorarnos, queremos coger y queremos que nos quieran; queremos estabilidad y queremos adrenalina, el bote salvavidas y el oleaje, todo al mismo tiempo. Pero ¿se puede tener todo eso?»

«La libertad sexual de las mujeres atenta contra la capacidad de los hombres de subyugarlas. […] Eso que tanto tiempo se llamó virtud no es solamente un concepto moral y religioso: también es un concepto político y económico».

«La pareja puede salvarse si la descentramos, si la corremos del podio de la vida como piedra de toque del éxito, la salud y la felicidad, incluso si dejamos de pensarla como piedra de toque del amor, como su fin o su expresión última. Y más importante, porque en el fondo salvar la pareja me da igual: con mucho amor, mucha amistad, mucha comunidad y mucha suerte quizás nos salvamos nosotras».

«De esto hay que llenar el mundo: de historias de mujeres que no amen ni odien sus cuerpos, y que los acepten como son en cualquier formato; de mujeres que tengan libertad, la libertad verdadera, de hablar de otra cosa».

«Quiero construir a partir de esos vínculos fluidos un compromiso comunitario y colectivo con los cuerpos y las personas deseantes que conozco que no implique obligaciones ni etiquetas pero sí cuidado y afecto en el sentido más amplio pero también más verdadero de estos términos».


«Feminismo Vibrante»
Ana Requena Aguilar
Editorial Roca
228 páginas
Feminismo Vibrante

Leer a Tamara Tenenbaum me ha traído de vuelta a «Feminismo vibrante. Si no hay placer no es nuestra revolución» de Ana Requena Aguilar. En días en los que los feminismos parecen una guerra abierta desde la rabia y el resentimiento (justificado) tras siglos de tropelías contra las mujeres, Requena viene a recordarnos que es posible cambiar el mundo desde el amor, que otra manera de hacer es posible y que reivindicarnos en el placer es también hacer, y hacernos, justicia.

«Existe un conflicto que tiene que ver con la manera en que históricamente se ha construido la masculinidad y la feminidad, las relaciones sexoafectivas y el poder».

«Queremos cambiar normas no escritas, hacer política de la intimidad».

«¿Es que no hay pilas suficientes para el reloj biológico y para los vibradores al mismo tiempo?»



«Caliente»
Luna Miguel
Editorial Lumen
192 páginas
Caliente

En «Caliente», Luna de Miguel pone más su cuerpo y su mente dentro del relato, mezcla el ensayo con sus propias vivencias, expone sus dudas y sus miedos con valentía, y ahonda en las mismas cuestiones que Tenenbaum y Requena, en este caso mezcladas con reflexiones sobre la escritura en primera persona como medio y como fin para exorcizar los dolores de amar y vivir.

«¿Qué es más humillante, narrar el dolor, o narrar el placer?»

«Reflexionar sobre el amor plural, sobre la crianza o sobre el placer en solitario a veces nos lleva a escenarios que nunca habíamos imaginado para nosotras».

«Confundimos el relato de la vulnerabilidad con la exhibición. Y si a la vez ese relato lo ha gestado una mujer, con la degradación».

«Escribir diciendo cosas que hacen daño, con la intención de que nunca más duelan».

«El desconocimiento del cuerpo es un mecanismo de opresión para cualquier mujer. […] También es vergonzoso que hasta 1998 no se empezara a estudiar la anatomía completa del clítoris».

«La fealdad es un mecanismo de opresión, y la cultura que consumimos, una muestra de ello».

«¿Cómo reconciliar el deseo de ser mujeres físicamente libres con el deseo de ser deseadas?» (Alma Gullermoprieto)

«La labor de la mujer consistirá en personalizar e individualizar el erotismo, vinculándolo a la emoción, al amor». (Anaïs Nin)

«Las madres también gozan». «Las madres también follan». «Las madres también se tocan». «Las madres también desean». «Las madres también engañan».

«Cuánto sentimiento de culpa al abrazar aquella noche en Alcalá de Henares a mi hijo recién dormido, con el olor del sexo de otro hombre muy distinto a su padre agarrándose a mi corazón».

«Una de las preguntas más torpes que yo me hacía al comienzo era esta: ¿de verdad es posible amar a más de una persona? Luego todo, cambió: ¿de verdad habéis sido capaces de reprimir vuestro deseo durante tanto tiempo?».

«Soñamos con un mundo en el que nadie tenga ni voz ni voto sobre tus elecciones vitales, o sobre quién decides amar, o sobre cómo eliges expresar ese amor, excepto tú y tus amantes». (Dossie Easton y Janet W. Hardy)


«Pensamiento monógamo, terror poliamoroso»
Brigitte Vasallo
Editorial La oveja roja
220 páginas


Pensamiento monógamo, terror poliamoroso

Y como siempre que repaso lecturas feministas y alternativas al amor romántico, acabo en Brigitte Vasallo. Si las tres anteriores lecturas lanzan la piedra del poliamor al río de la reflexión, la Vasallo hace que la piedra salte y salte sobre el agua sin llegar a hundirse. Su libro «Pensamiento monógamo, terror poliamoroso» es una lectura obligada para todas las que desde el feminismo creemos en otras formas de construir relaciones. Como el libro de Tenenbaum, a la Vasallo se la lee con lápiz afilado para subrayar y asintiendo con la cabeza. Leerla es entender por qué estamos dónde estamos como sociedad y sobre todo, por qué queremos ser parte de la disidencia. En el cansancio de los días, cuando la corriente empuja demasiado, releer a estas mujeres ayuda a saltar de nuevo sobre al agua y seguir remontando el río, a contracorriente.

«El imaginario es tan potente, que no alcanzamos ni a plantearnos que lo disfuncional es el sistema y no nosotras».

«Desmontar la monogamia es desmontar el sistema piramidal».

«El discurso neoliberal propone las relaciones no-monógamas como quien vende cachivaches en una feria de telefonía móvil […] Felicidad de supermercado. Mucha libertad y pocos cuidados […] Mucho de lo de siempre disfrazado de otra cosa».

«La posibilidad de alternativa al sistema monógamo no va de ligues y noviazgos, sino de colectivización de los afectos, de los cuidados, de los deseos y de los dolores».

«La monogamia no se desmonta follando más, ni enamorándose simultáneamente de más gente, sino construyendo relaciones de manera distinta que permitan follar más y enamorarnos simultáneamente de más gente sin que nadie se quiebre en el camino».

«Vamos a soñarnos con intensidad. Vamos a incomodarnos. Vamos a ver hasta qué punto somos capaces de pensarnos radicalmente».


«La mejor madre del mundo»
Nuria Labari
Editorial Random House
224 páginas
La mejor madre del mundo

La última pregunta que se hace Tamara Tenembaum en el libro, y un muro contra el que chocamos en uno u otro momento todas las mujeres, es la maternidad. He vuelto aquí al mejor libro que he leído sobre el tema (quizá junto a «Nadie me dijo» de Hollie McNish: «Me siento culpable en todo lo que se relaciona con ser madre. Me desperté esta mañana sintiéndome culpable. He estado fuera una noche. Una noche. Me siento libre y culpable. ¡Libre, libre y culpable!»): «La mejor madre del mundo» de Nuria Labari. El libro es una delicia de principio a fin y tiene perlas como estas:

«Deseo. Tener. Hijo. Tres palabras. Deseo + tener. ¿Cuánto resta el verbo tener al mejor de los deseos? […] Deseo + hijo = Problema. Porque un deseo cumplido es un deseo acabado».

«Me pregunto quién demonios descansa en el último castillo y sólo espero que no sea una mujer dormida a la que un hombre decida besar sin pedirle permiso con la excusa de despertarla. Tampoco quiero besarla yo. Donde quiera que vayamos, espero encontrarme con una mujer por fin despierta. O yo misma la mataré con mis manos».

«La música amansa a las fieras y la maternidad a las hembras».



Cada libro me lleva a otros libros, cada mujer a otras mujeres. Quizá no podamos reescribir la historia, pero sí contarla a partir de ahora. Y no sólo eso: Podemos decidirla, a nuestra manera. Acabo citando a Audre Lorde, que creo que aparece en prácticamente todos los libros que he citado yo hoy: «Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo». Seamos la herramienta del cambio.