esa otra que soy yoesa otra que soy yo

26/12/16

saber morir

De eso no se habla. No seas agorera. Tétrica. Triste, eres una triste. ¿No te da yuyu? Vamos a cambiar de tema. No llores. Tienes que sobreponerte. Sé fuerte. Hay que pasar página. Céntrate en vivir.

La muerte en nuestra sociedad es algo más que un tabú. Vivimos, literalmente, evitándola. Pero llega, siempre llega. Y estamos tan poco preparados para afrontarla, que nos destroza. Y aún destrozados, nos vemos impelidos a seguir adelante como si nada hubiese pasado. Cuando, en realidad, ha pasado todo.

Dice Rosa Montero en su libro «La estúpida idea de no volver a verte» que «cuando un niño nace o una persona muere, el presente se parte por la mitad y te deja atisbar por un instante la grieta de lo verdadero: monumental, ardiente e impasible.» Lo verdadero. Con los nacimientos lo tenemos interiorizado: Nos preparamos, le dedicamos tiempo, hablamos de ello, lo celebramos. ¿Y las muertes? ¿Por qué no dedicarle tiempo a reflexionar sobre el final de nuestra vida, a prepararnos y decidir cómo nos gustaría afrontar un momento tan verdadero?

¿Qué es un testamento vital?

Wikipedia dice: El término testamento vital, documento de voluntades anticipadas o de instrucciones previas se refiere al documento escrito por el que un ciudadano manifiesta anticipadamente su voluntad -con objeto de que ésta se cumpla en el momento que no sea capaz de expresarse personalmente- sobre los cuidados y el tratamiento de su salud o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino de su cuerpo o de sus órganos. Su aplicación se entiende en previsión de que dicha persona no estuviese consciente o con facultades suficientes para una correcta comunicación.

¿Cómo hago mi testamento vital?

Primero, pensando en ello. Después, expresándolo en voz alta con tu entorno cercano. Por último, dándole forma física y validez legal. Esto último se puede hacer:
  • Ante notario.
  • Ante tres testigos mayores de edad y con plena capacidad de obrar, de los cuales dos, como mínimo, no deben tener relación de parentesco hasta el segundo grado ni estar vinculados por relación patrimonial contigo.
Una vez realizado el Documento de Voluntades Anticipadas (DBA), se lo deberás entregar a tu médico, para que lo incluya en tu historia clínica. Asimismo, para que sea siempre efectivo, es recomendable incorporarlo al Registro de voluntades anticipadas del Departamento de Salud. Tienes toda la información para validar tu Testamento Vital aquí: Osakidetza - Voluntades Anticipadas

¿Quieres un ejemplo?

Puesto que es una declaración personal, cada documento puede ser diferente; no hay uno oficial, ni tampoco un organismo que regule su contenido, pero si te sirve de ayuda, aquí está el mío.

Manifestación de Voluntades sobre el final de mi propia vida


Yo, Asuntzi Martinez Ezketa, con D.N.I. xxxxxxxxxx, mayor de edad, en plenitud de mis facultades mentales, libremente y tras una dilatada meditación,

EXPONGO:

Criterios que deseo que se tengan en cuenta para mi proyecto vital

La calidad de vida es un aspecto muy importante y la relaciono con unos criterios que, entre otros, son los siguientes:
  • La posibilidad de comunicarme de cualquier manera y relacionarme con otras personas.
  • El hecho de no sufrir dolor importante, ya sea físico o psíquico.
  • La posibilidad de mantener una independencia funcional suficiente que me permita ser autónomo para las actividades propias de la vida diaria.
  • El hecho de no prolongar la vida por sí misma si no se dan los mínimos que resultan de los apartados precedentes cuando la situación es irreversible.
Deseo recibir toda la información sobre cualquier enfermedad que sufra, en cuanto a tratamientos posibles y alternativos, sus riesgos y consecuencias para tomarlo en cuenta en mis decisiones.

En la interpretación de este documento quiero que se tenga en cuenta la opinión de mi representante referente a cualquier decisión sobre mí. En el caso de que el profesional sanitario que me atienda no pueda asumir una actuación acorde a mi voluntad aquí expresada, solicito ser atendida por otros profesionales sanitarios que puedan hacerlo.

Situaciones sanitarias previstas

Quiero que se respeten de manera genérica los criterios citados en el apartado anterior y sobre todo en el caso de encontrarme en situaciones médicas como las que se especifican a continuación: 
  • Enfermedad irreversible que, en un plazo breve, conduzca inevitablemente a mi muerte.
  • Estado vegetativo crónico.
  • Estado avanzado de la enfermedad de pronóstico fatal.
  • Estado avanzado de demencia.
Instrucciones sobre las actuaciones sanitarias 

Por todo lo señalado anteriormente, de conformidad con los criterios y las situaciones sanitarias especificadas, solicito que se respeten las decisiones siguientes: 
  • No prolongar inútilmente de manera artificial mi vida, mediante técnicas de soporte vital –ventilación mecánica, diálisis, reanimación cardiopulmonar, fluidos intravenosos, fármacos o alimentación artificial– y retirarlas si ya se me han comenzado a aplicar y sólo sirven para mantener una supervivencia biológica sin sentido. Esto incluye el no ser alimentada forzosamente en el caso de perder la vía oral; sí podrá dárseme agua si puedo recibirla.
  • No recibir tratamientos de soporte ni terapias poco contrastadas que no hayan demostrado efectividad o que ya sean fútiles. 
  • Que se me suministren los fármacos necesarios para paliar al máximo el malestar, el sufrimiento psíquico y el dolor físico. 
  • Que, sin perjuicio de la decisión que tome, se me garantice la asistencia necesaria para procurarme una muerte en paz. 
  • Que mis familiares y las personas más cercanas puedan acompañarme. 
  • Desearía, si fuera posible, que mi muerte fuese en un hospital. 
Otras instrucciones sobre mi cuerpo
  • Manifiesto mi deseo de hacer donación de mis órganos  si fuesen de utilidad para: 
    • Trasplantes.
    • Investigación científica.
  • Deseo ser incinerada y que mis cenizas no se custodien en recintos privados que generen gastos de mantenimiento.
  • No deseo ceremonias litúrgicas, con la excepción de que mis padres me sobrevivan y sientan la necesidad de despedirse de mí de acuerdo a sus propias creencias.
Por ello, pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable y me viera incapacitada para manifestar mis deseos o participar personalmente en las decisiones sobre mi atención médica, las decisiones  queden a cargo de la persona que he designado como mi apoderado legal: xxxxxxxxxx.

Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos.

Me reservo el derecho de revocar esta declaración y de hacer los cambios que estime convenientes en el momento que lo considere necesario.

Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.

FIRMA:
TESTIGOS:

13/12/16

los pies fríos [poemas / fotografía]

Cómo explicar que silencio también es todo este ruido,
soledad esta mancha continua y giratoria de colores-risas-caras,
y vacío esta ausencia que llena camas,
pero que nunca calienta los pies.

Cuántas primaveras hacen falta
para olvidar el invierno en el que te fuiste.


7/11/16

vivir [poemas / fotografía]

No se puede ser completamente feliz con miedo.
Y nadie que haya vivido lo suficiente, 
amado y perdido, 
puede vivir sin tenerlo. 
Qué putada.




1/11/16

maría [mis cosas]

Cuando a su madre le diagnosticaron ELA, no había ningún antecendente en la familia. Apenas dio tiempo a asimilar la noticia. En unos meses, acompañábamos a María al funeral de su madre. Fue por aquel entonces cuando María empezó a tener dificultades para mover los brazos. Estás somatizando, le dijimos todos. Estoy somatizando, dijo ella. Comenzó terapia a medida que sus síntomas, idénticos a los de su madre, aumentaban por días. Insistimos en que la viera un médico, para que la ayudase a sobreponerse de la muerte de su madre, para que dejase de somatizar.

Acabo de salir del hospital, de visitar a María. Tras su diagnóstico de ELA, el proceso ha sido feroz e imparable. Tiene mi edad, familia y todo por hacer. Aunque no va a hacerlo. Apenas se mueve ya, respira con ayuda de una máquina y aún sonríe con la mirada cuando le damos ánimos. No encuentro la explicación ni las palabras. El dolor y la rabia lo ocupan todo. Y aún así espero, esperamos, el milagro. No de Dios, ese dejo hace mucho tiempo de escucharnos. Espero el milagro de la Ciencia. Un científico, un médico, alguien, hará en algún momento el avance necesario para entender el ELA. Y para curarlo. Y para curar a María. A cualquier María que esté luchando por sonreír ahora mismo, mientras su tiempo se agota. Quiero creer en la Ciencia, necesito creer en ella. El vacío duele demasiado.

26/10/16

exposición y venta solidaria de fotografías «india es nombre de mujer»

«India es nombre mujer» es un proyecto fotográfico, fruto de mi pequeña estancia en Anantapur (India), en junio de 2015, para conocer el trabajo de la Fundación Vicente Ferrer. Pretende ser un tributo a la mujer y a su lucha por empoderarse y ocupar el lugar que le corresponde en el mundo.

Durante el mes de Noviembre «India es nombre de mujer» estará en la estación de Casco Viejo de Metro Bilbao, en el marco del Fair Saturday. Serán 12 paneles de gran formato con retratos de mujeres indias que participan de los programas de desarrollo de la Fundación allí. Durante el mes de Diciembre la exposición se trasladará a la estación de Sestao de Metro Bilbao. En Enero de 2017, podrá visitarse en la estación de Moyua y durante el mes de Febrero en la estación de Deusto de Metro Bilbao.


En paralelo, el mismo proyecto estará expuesto y a la venta en el Café Iruña de Bilbao, del 15 de noviembre al 8 de enero de 2017. Serán 20 fotografías de 40x50cm, impresas en papel Hahnemühle White Velvet 268g, y tendrán un precio simbólico de 80€ que recibirá la Fundación, descontando los gastos de producción. Esta exposición ya tuvo un adelanto durante la Semana de Humanidades, organizada por la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao en la Sociedad Bilbaína.


Si estás interesado en adquirir alguna fotografía y colaborar con la Fundación y no puedes acudir al Café Iruña, no dudes en ponerte en contacto conmigo: esaotra@esaotra.es. Puedes ver todas las fotografías del proyecto en http://foto.esaotra.es/india-es-nombre-de-mujer

24/10/16

bucle maldito [poemas]

No vas a contestar.
Y yo voy a repetir,
en un bucle maldito,
todo.
Lo que dijimos y lo que no.

Nada va a permanecer.
Ni los recuerdos,
reinventados cada vez
para hacer un poco más dulce
lo que fuiste.

Serás memoria perfecta.
Ensoñación recreada a mi medida.
Y seguirás doliendo.
Lo que no entendemos, no se asimila.

No vas a contestar y no lo entiendo.
Y entro en el maldito bucle otra vez.

Silencio al otro lado del teléfono.
Y silencio a este.

22/9/16

tras tu desastre [mis cosas / fotografía]

Ya no eres huracán. Ya no arrasas mi vida. He aprendido a vivir tras tu desastre. Pero sigues soplando con tanta fuerza que tu simple recuerdo hace tambalear mis cimientos. Y no lo sabes... Decidiste seguir tu camino. Decidiste dejarme atrás. Y te odio tanto por ello que no puedo olvidarte. Y me odio a mí por bajar la guardia, por derribar mis muros y salir a buscarte, sabiendo que sólo voy a encontrar aire, los restos de tu huracán empujándome contra el pasado.



«Hay personas que son como un huracán. Pero los daños que causan no se arreglan con un martillo.»

30/8/16

resiliencia [fotografía / poemas]

No podemos evitar lo triste,
hacer que nos quiera quien no nos quiere,
ni mantener con vida lo que muere.

Relatividad y resiliencia.
Y regar la alegría con cada rayo de sol
hasta que crezca.



29/8/16

mi desmemoria en getxophoto [fotografía]

El 1 de septiembre arranca la décima edición del Festival de Fotografía Getxophoto. Diez años de festival y un tema, el de este año, que me apasiona: El tiempo. Por eso me hace especial ilusión haber sido seleccionada en la convocatoria de Participación Popular.

Bajo el lema «Tempus Fugit», la organización ha seleccionado 35 fotografías de un total de 113 imágenes recibidas desde todas las partes del mundo: Italia, Perú, Rusia, México, Chile, Japón, Ucrania y Uruguay, entre otros países.

Durante el festival, cargado de actividades hasta el 2 de octubre, se proyectarán todas las fotografías en el Punto Info y las 35 imágenes seleccionadas, entre las que se encuentra la mía, serán expuestas en los escaparates de bares y comercios de Algorta.

desmemoria . esaotra fotografía

Ver todas las fotografías seleccionadas: Tempus Fugit

23/8/16

culpable [poemas]

Me voy a regalar un rato,
para equivocarme,
sin el peso de la culpa,
que nadie pone en mí,
y que yo soporto,
pesada sobre mis hombros,
como aquel triste condenado,
que sostenía a hombros el mundo,
y cuyo nombre he olvidado.
No,
tampoco me culparé por eso,
por esta memoria voluble,
que olvida todo lo importante,
pero que no sabe no recordar,
cómo sonaban tus silencios,
a qué olían tus despertares.
No,
porque este es mi rato de regalo:
Tú no estás a mi lado
y yo no soy la culpable.

10/5/16

mes nueve · 2/2 · #12Fotos12Historias [fotografía / ficciones]


Silencio

Se oyen, a lo lejos, campanadas. Están llamando a misa, un funeral tal vez, o eso sugiere el tañido lento y quejoso. Una cabra extraviada atraviesa el paisaje y esconde la letanía de la iglesia tras el sonido de su cencerro.

Después, todo cesa. El silencio se pierde en el horizonte, que desde aquí se dibuja infinito; y se oye infinito.

No siento frío, pero el viento ulula sobre los campos y me estremezco. Todo tiembla. Las espigas se vuelven mar, olas verdes y doradas meciendo barcos sin patria a la deriva.

Como las manos de un amante, el viento me eriza la piel, me trae el olor de la tierra, la tierra negra que me ha visto crecer y que me verá morir. No siento frío. Cierro los ojos y me abandono al naufragio.

Sonrío.

El silencio es mío.

Fotografía: Julián Lozano [Cuervajo]
Texto: Asun Martinez Ezketa [Esaotra]


9/5/16

mes nueve · 1/2 · #12Fotos12Historias [fotografía / ficciones]


Estoy listo

José abre los ojos al detenerse el carro. Respira hondo notando el frío de la mañana que le corta la cara. Baja despacio, seguido de otros tres compañeros. Anoche nevó, pero ahora un tímido sol da la sensación de calentar un poco la piel de cuero de su rostro. Con paso lento se dirige hacia la pared encalada y se recuesta en ella, con las manos detrás y vuelve a cerrar los ojos.

Recuerda que vivió no muy lejos de allí, en un pequeño pueblo a veinte kilómetros, el más pequeño de cuatro hermanos. La vida no era fácil en aquellos tiempos, y menos ahora. Salía cada mañana para ayudar a su padre, guiando las mulas hasta el campo. Sus hermanos mayores iban al lado, cabizbajos, arrebujándose en sus chaquetas raídas de pana que cubrían una camisa fina, con las manos en los sobacos para intentar calentarlas.

Recuerda las primaveras, cuando el trigo comenzaba a granar en el pequeño trozo de tierra que tenían y que había de servir de sustento para todo un año, para hacer pan, o para cambiar por algo de carne de vez en cuando. Casi puede ver el pequeño huerto que tenían en un pico de la tierra, que regaban a mano, sacando el agua de un pozo cercano de un vecino. Un poco de agua a cambio de unos tomates, alguna calabaza.

Pote de calabaza y patatas. Y pan duro. Y lo que daría por echarse incluso ahora a la boca un mendrugo de pan duro como una piedra. Y lo que daría por volver a ver los ojos de Manuela. Piensa que estará llorando seguramente sentada en la puerta de la calle, como cada día. Como le han contado.

Ay, Manuela, qué edad para quedarte viuda, amor. Qué puta vida esta, en la que los pobres son más pobres, y el amor dura lo que les dé la gana a otros. Y todo por un rumor falso sobre sus ideas políticas. Qué ideas vas a tener en un puto pueblo de cien habitantes, todos pobres como ratas, todos famélicos, si no puedes ni comer.

Abre los ojos al escuchar voces roncas, autoritarias. Cinco hombres forman delante de él, uniformados. Apenas puede verlos entre las lágrimas por el frío y los recuerdos, pero da igual. Tampoco quiere verlos. Sabe que esto acaba hoy.

- Estoy listo - dice con voz serena.

Fotografía: Asun Martinez Ezketa [Esaotra]
Texto: Julián Lozano [Cuervajo]
Proyecto: #12Fotos12Historias

13/4/16

una pregunta para los hombres que deben leer también las mujeres

Presupongo la buena voluntad de las personas. Creo en el Hombre. Es lo que suelo responder cuando me preguntan por mi religión. Por eso confío en que, si alguien ve una injusticia, inmediatamente se va a posicionar en contra y va a tratar de evitarla.

Apuesto a que tú también. Apuesto a que estás radicalmente en contra de las desigualdades sociales, de la brecha entre ricos y pobres, de los abusos de poder. Incluso puede que te hayas movilizado contra ello. Agitando tus manos en alto en alguna plaza o gritando consignas en una manifestación. Crees, como yo, que podemos acabar juntos con lo que es injusto.

Con cosas más graves, eres aún más visceral. Te repugna la violencia y no entiendes que haya personas capaces de acabar con la vida de otro ser humano. Con lo bonita que es la vida, pese a todo. Quizá también te hayas manifestado contra el terrorismo, que, por desgracia, hemos sufrido muy de cerca en nuestra tierra.

Eres una persona comprometida, en contra de la injusticia y de la violencia. Activamente comprometida.

Las mujeres, la mitad de la población aproximadamente, vivimos en una situación permanente de desigualdad social: Cobramos menos y nos cuesta más llegar a puestos de responsabilidad. La violencia es una realidad cotidiana. Maltratos, violaciones y muertes se suceden en las noticias.

Y tú, comprometido. Activamente comprometido. ¿Qué haces? Tratas bien a las mujeres que te rodean y dices orgulloso «yo soy feminista». ¿Y qué más? ¿Ya está? ¿Ese es todo tu activismo para conseguir un cambio?

En mitad de esta inmovilidad, que ni si quiera es culpa tuya, es de todos como sociedad, no sufras, un grupo de mujeres ha enarbolado la bandera del feminismo y ha empezado a gritar que no hay más tiempo. Que nos morimos. Que nos matan. Que necesitamos cambiar, y cambiar ya. Que el sistema, por defecto, es opresor para con las mujeres y dota de derechos adquiridos a los hombres. Y esas mujeres les han pedido a esos hombres, a los hombres, que las entiendan, que las apoyen, que les dejen liderar un ascenso social y vital que deben hacer acompañadas pero solas. Porque el resto de la Historia la han escrito los hombres. Y esta vez nos toca. Haced espacio para que quepamos a vuestro lado.

El resto, es Historia. Hombres que se sienten atacados. Otros que quieren liderar su propia lucha. Mujeres que se sienten cómodas en su papel de protegidas o que, sin haber dicho jamás una palabra en defensa de la mujer, ahora tienen muchas para defender a los hombres. Otras que radicalizan el mensaje…

Al fin, la pregunta es: Hombre, si no te hubieran interpelado directamente, si no te hubiesen gritado «eres tan culpable como el resto, porque vosotros, los hombres, nos estáis matando a nosotras, las mujeres, unos con un cuchillo, otros permitiendo que suceda,» ¿estaríamos hablando de feminismo? ¿Estarías en una plaza levantando tus manos? ¿En una manifestación gritando consignas en favor de la igualdad de género?

Si nos es tan fácil ver que podemos y debemos hacer algo más para acabar con la desigualdad entre las clases ricas y pobres o el terrorismo, ¿a qué esperamos para hacerlo con la desigualdad de género? ¿Dejamos de defender estricatmente lo nuestro, lo que nos toca directamente, y nos ayudamos? Presupongo la buena voluntad de las personas. Creo en el Hombre.

Y en la Mujer.


[Entrada publicada inicialmente en Doce Miradas]

3/3/16

lo recuerdo bien [poemas]

Llevabas en tus manos la alegría de los días de tobogán y tiza,
de gallinitas ciegas,
de pilla-pilla,
de canciones de comba,
de tú la llevas,
de bocatas de nocilla.

Cuando me dabas la mano,
antes de echar a correr,
el mundo comenzaba a girar más deprisa,
lo recuerdo bien.

Saltamos y reímos juntos,
a los dos nos sangraron las rodillas,
y siempre, tras cada caída,
echábamos de nuevo a correr.

La vida era un baile sin melodía,
jugar al escondite bajo el sol
o encender la linterna bajo la manta si llovía.

Ahora que empezamos a escuchar acordes que suenan a despedida,
que no tenemos luces mágicas,
ni nadie nos busca entre risas...

Ahora que no bailamos sin música,
que no somos astronautas,
ni llevamos en el bolsillo nuestra piedra favorita…

Ahora,
dame otra vez tu mano de alegría:
Vamos a echar a correr.



1/3/16

hasta el último grito [poemas]

Cuesta no tirar la toalla en estos días
de fuego cruzado, promesas malditas,
de sálvese quien pueda y nadie toca mientras se hunde el barco.

Llueve desde que empezó el invierno
y es invierno cada lunes repetido
que escupe tu «no estás» al calendario.

Puedo continuar aplazando la alarma
pero sé que es tarde hace demasiado.
He pasado página dejando la esquina doblada
y aún me pregunto por qué vuelvo siempre a ti.

Ando tropezando con mis pies descalzos,
enfrentándome conmigo en los espejos,
retándome a seguir adelante
sin intentar mover un solo dedo.

Prometí amarte hasta el último grito
y me estoy quedando sin voz aullándole al abismo.

14/2/16

india es nombre de mujer [fotografía]



«Un pueblo huérfano, huérfano de todo, de agua, de salud, de enseñanza, de semillas, de abono…»

Quizá nunca hayas escuchado antes estas palabras, pero si te digo que las utilizó Vicente Ferrer para referirse a India, es probable que no te sorprenda. Quizá no tengas datos precisos de un lugar tan lejano, pero la idea de pobreza se dibuja clara en tu mente cuando piensas en India, junto a ese contraste de colores y olores que flota en tu imaginario y que no logra esconder su miseria. Conoces la situación de ese pueblo huérfano, sin conocerla. Como también conoces lo que significa ser mujer en un lugar así. No es necesario que yo te lo cuente.


Quizá además de estar al tanto, has hecho algo ya para intentar cambiar una situación tan injusta. Colaborar con una ONG, comprar productos de comercio justo, votar a partidos que no bloqueen por programa la colaboración internacional, manifestarte por los derechos de las mujeres aquí y allí.

No te voy a pedir cuentas. No te voy a dar datos, no te voy a explicar la situación. Porque la conoces. Y si no la conoces, tienes todo en tu mano para informarte y conocerla.

Sólo te pido que mires estas fotos, que les devuelvas la mirada a estas mujeres silenciosas, que hablan con voz propia de su historia. A estas mujeres valientes, que se ponen en pie cada día para luchar por su propia vida, por cambiarla, por cambiar la de sus hijas, por cambiar India.

Todas estas mujeres son India. E India se reescribe a través de ellas. Tan solo, míralas.

Y cambia con ellas.


«India es nombre de mujer» es un proyecto fotográfico, fruto de mi pequeña estancia en Anantapur, en junio de 2015, para conocer el trabajo de la Fundación Vicente Ferrer. Pretende ser un tributo a la mujer y a su lucha por empoderarse y ocupar el lugar que le corresponde en el mundo.

Dos fotografías del proyecto serán expuestas del 15 al 18 de febrero de 2016 en la Sociedad Bilbaina, dentro de la Semana de Humanidades, organizada por la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Es una suerte y un privilegio formar parte de esta exposición, pero sobre todo, haber conocido a esas mujeres, poder fotografiarlas. Y cambiar con ellas.

3/2/16

en el ascensor [ficciones]

Ya es mala suerte encontrármelo aquí, un día tan importante como hoy. Con el tiempo que llevo preparándolo, y aparece. En el fondo, sabía que lo haría. Quizá lo que tengo que hacer es irme. No me apetece aparentar normalidad con él y menos montar un número de los nuestros. A ver cuánto tardamos. Ha tenido que poner esa sonrisa estúpida según nos hemos topado al entrar. Creía que lo tenía controlado pero no, ha sido ver su cara en el cristal de la puerta y todos los músculos de mi cuerpo se han tensado, como un resorte.

De no haber empujado la señora de detrás para que la puerta giratoria siguiese adelante, me habría quedado allí clavado. Pero he reaccionado. Tengo que hacerlo. No me va a estropear el día. Voy a caminar con seguridad, con la frente alta. He venido a hacer lo que voy a hacer y no va a detenerme, ni él ni nadie. Lo tengo ya muy meditado, más que meditado, me va la vida en ello, se ponga como se ponga, voy a hacerlo. ¿Qué esperaba yo también?, ¿que lo dejase pasar sin más?. No tendría que haberse enterado, pero estando al tanto como está, era inevitable que apareciese.

Intento contenerme mientras camino hacia el ascensor, ignorando que camina imitando mis zancadas y mirándome con violencia. Todos se giran a mirar y, por un momento, se hace el silencio en el gran vestíbulo del edificio cuando grito. “¡Ya basta!” No debería haberlo hecho, no quiero llamar la atención, no voy a dejar que me estropee los planes como otras veces. A estas alturas, sé de sobra que de nada sirven los enfrentamientos y los gritos. Pero me crispa. Su mera presencia me crispa. Quiero hacer esto solo. Pero lo haré con él si no queda otro remedio.

Las puertas de uno de los ascensores se abren de par en par y entro, entramos. Nuestras miradas se cruzan en el espejo antes de girarnos para ver cómo las puertas se cierran de nuevo, engulléndonos. El ruido de los trabajadores del banco cesa, dejando paso al pesado zumbido del ascensor. No puedo creer estar haciendo esto. No puedo creer estar haciéndolo con él. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Sabía que sería un ascenso lento, pero no imaginaba que tanto. Siete. Ocho. Nueve. Sé que estoy sudando porque lo miro de reojo y lo veo sudar. Está tan nervioso como yo. Apuesto a que también tiene la lengua seca. Diez. Once. Doce.

No llega al trece. El ascensor se detiene sin previo aviso. La luz parpadea un momento y después, silencio. “Es una señal”, me dice, clavando su mirada en mí. Me giro hacia los botones del ascensor, más por no verle que por averiguar qué sucede. No. No. No. Esto no puede estar pasando. Tengo todo previsto. La sábana plegada espera en la mochila, lo suficientemente grande para que pueda leerse en las fotos. Sólo faltan unos cuantos pisos más. Muévete maldito ascensor, es mi momento. Lo voy a hacer. Lo tengo que hacer. No escucho lo que dice. Hago fuerza para que no consiga girarme cuando me agarra por los hombros, pero cada vez me cuesta más detenerle y el puñetero ascensor sigue sin dar señales de vida.

Me giro de improviso y lo miro de frente. No se lo espera. Llevo demasiado tiempo planeando esto para no tener alternativa. Compruebo una vez más que sigue en mi bolsillo antes de desplegar la pancarta allí mismo, anudándola alrededor del cuello, como una capa. Tiene sus ventajas hacerlo aquí, ahora que lo pienso. Puedo ver cómo queda. Él sigue y sigue, en un tono cada vez más alto, más histérico, su voz se quiebra entre la rabia y la angustia. “No sigas subiendo, aunque el ascensor continúe. Tómalo como una señal, qué más evidencias quieres, esto es una locura, una jodida locura, hay otras formas, podemos intentarlo de nuevo.”

El ascensor continúa estancado, como mi vida. Tengo que ser rápido si quiero hacer esto antes de que me detenga. Veo el miedo en sus ojos cuando saco el arma. Volar habría sido más efectivo, pero así acaba todo, no hay más remedio. Tras el disparo, aún me da tiempo a besarle en el espejo, antes de caer. “Ves cómo podía hacerlo. Ahora escucharán mi causa. Quizá sea el último al que este maldito banco deja en la calle.”


Un hombre se suicida en el ascensor del Banco Pauperis tras ser desahuciado por impago

Según testigos presenciales, entró hablando solo y notablemente desorientado en las oficinas de la sede central

[Ejercicio Taller de Escritura: Escribir un relato con el siguiente supuesto: Un edificio alto, un ascensor, alguien que detestas, el ascensor se detiene y al final hay un beso.]

10/1/16

mes ocho · 2/2 · #12Fotos12Historias [fotografía / ficciones]


Agnieszka

Camina despacio por la calle, con paso firme, pues no quiere resbalar en la pequeña capa de hielo que se ha creado con los cuatro copos de la nevada de anoche. Vaga un poco sin rumbo fijo, tan sólo por el placer de pasear y recibir algún rayo de sol que se escape de entre las nubes. Tiene los ojos empañados en lágrimas, en parte por el frío, en parte por la visión de jóvenes enamorados agarrados de las manos enguantadas.

Andrzej es un hombre ya mayor. Muy mayor. Quizá de los más viejos de la ciudad, de los que aún conservan en su memoria los horrores de una Guerra Mundial. Viste de negro, siempre, desde que era muy joven. Enfundado en un abrigo de paño, con su boina gris, que es la única concesión que hace al color y unos viejos pantalones negros demasiado largos, que esconden sus zapatos, salvo la punta, desgastados desde hace ya demasiados años.

La ciudad ha cambiado mucho en los últimos tiempos, a mejor. Aunque aún quedan reminiscencias de otros tiempos peores. Como algunos jóvenes que no vivieron aquella época y salen a la calle a proclamar consignas que hacen que Andrzej se rebulla dentro de su abrigo y sienta cómo se le eriza el pelo de la nuca. Nuevas lágrimas afloran en sus ojos que enjuaga con un pañuelo de lino blanco, desgastado en las esquinas de tanto uso, con dos iniciales bordadas en hilo rojo. A.I.

No quiere que le vean llorar, así que hace como que mira un escaparate de una joyería, descuidado, pasando sin fijar su mirada por todos los artículos que allí se exponen, variopintos, mezclas de distintas épocas. Relojes, collares, candelabros, colgantes, anillos... Es ahí, en esa pequeña sección, en una bandeja forrada de terciopelo negro donde el corazón le da un vuelco. Siente que las piernas le fallan, y ha de apoyarse en el cristal.

A su mente acuden unos ojos de color azul como el cielo de invierno, cuando no hay nubes que lo tapen, y una sonrisa perfecta, salvo por un diente algo torcido que trata de esconderse en un intento vano. Unas manos heladas, pequeñas, que intentaban calentarse entre las suyas. Un pañuelo que ella sacó de su abrigo, envolviendo algo pequeño y dejándoselo en su bolsillo. Una lágrima solitaria que resbalaba por aquellas mejillas mientras hombres de uniforme tiraban de ella hacia un vagón de tren sin asientos, repleto de gente. Gritos, lloros, ruegos. Un "Te quiero, mi vida", dicho entre susurros, inaudible salvo para él, luchando por arrancarla de un futuro cierto.

Entra en la tienda despacio, bajando los dos escalones con sumo cuidado. La mano apenas puede agarrar el pasamanos debido a su temblor. Una dependiente solícita se acerca a ayudarle y le pregunta qué es lo que desea. Él, sin articular palabra, entre sollozos señala un anillo de mujer de plata, de talla pequeña, con un cristal de Bohemia incrustado. Jamás lo había visto tan brillante, pero lo había reconocido nada más verlo. La dueña de la tienda se lo acerca y él le pide que lea la inscripción que tiene dentro.

"Agnieszka - Andrzej 20/05/1942"

Sale de la tienda sin saber cómo pagará el alquiler ese mes, pero entre sus manos sostiene con extremo cuidado el pañuelo que le dio ella hace tantos años con lo que tenía dentro. El anillo que le había regalado él una semana antes.

- Ya estamos juntos de nuevo Agnieszka. Te quiero.

Fotografía: Asun Martinez Ezketa [Esaotra]
Texto: Julián Lozano [Cuervajo]
Proyecto: #12Fotos12Historias

7/1/16

mes ocho · 1/2 · #12Fotos12Historias [fotografía / ficciones]


Seguiré caminando

Cuando la ve por primera vez es tan solo un punto oscuro más en el camino. Está a demasiada distancia para distinguirla. La tierra yerma le deja ver a mucha distancia pero son sus ojos los que marcan el límite; ya no ven tanto como acostumbraban. Al menos percibe algo lo suficientemente grande para no tropezar. Va con cuidado desde la última caída, para evitar las piedras.

A medida que se acerca, la distingue más y más, perplejo, dudando al principio. Parece una silla, una simple silla, en mitad del camino. Avanza un poco más rápido para cerciorarse. Después se detiene y entrecierra los ojos para enfocar mejor. No hay duda. Es una silla. Vacía. Busca con sus ojos pisadas alrededor, algo al margen del camino que le indique qué hace allí. Nada. Parece abandonada a su suerte sin más.

Sigue acercándose, pensando quién la habrá dejado allí, tan bien colocada. Parece esperarle. Y a él le duelen demasiado las piernas como para no pensárselo. Está casi al lado ya. Se detiene frente a ella. Gira sobre sí mismo, despacio. Nada. Está tan solo como en el resto del camino. Quiere sentarse. De eso no duda. Duda de la silla. Debe tratarse de una broma. Tan pronto como se deje vencer sobre ella, las patas cederán y rodará por el suelo. Quizá aparezcan entonces los artífices de tan absurda trampa, riendo. Pero mira a un lado y a otro y no parece haber nadie.

Observa la silla sin prisa, la inspecciona, la mueve un poco. Mirando una vez más a su alrededor, decide sentarse. Cierra los ojos a la vez que se acomoda en ella. No recordaba que le doliesen tanto las rodillas. Cuánto tiempo debe llevar caminando. Está agotado y ahora lo percibe, al entrar en contacto con aquella silla que ha aparecido, como por arte de magia, en su camino. Como un tazón de sopa caliente en las noches de frío, como el beso de una madre sobre la herida, la silla le calma. No lo entiende bien pero se deja cuidar por ella. Está solo, parado en mitad de ningún sitio, sentado en aquella silla que siente que no le pertenece y que a la vez le estaba esperando. A él. Por fin. Le hacía falta un jodido descanso.

Pierde la noción del tiempo. Divaga pensado en su suerte, en el camino recorrido, en lo que le ha llevado hasta allí, en todo lo que queda por delante. Minutos, horas, días. El cansancio va remitiendo. De pronto, el viento sopla con fuerza y abre los ojos. Se pone de nuevo en pie. Camina. Lentamente, la silla va quedando atrás. De cuando en cuando, él se gira y se detiene a observarla. No puede evitar sonreír. No tiene sentido. Pero es real, está allí y, en cierto modo, lo ha salvado. Llega un momento en que está demasiado lejos para distinguirla. Vuelve a ser sólo una mancha en el camino. Después, simplemente, desaparece.

Ya no está pero él es capaz de verla, de sentir la calma que le inundó al encontrarla, sólo con cerrar los ojos. Sin acabar de entenderlo y contra toda lógica, sabe que allí seguirá, cuando vuelvan a fallarle las fuerzas.

Hay personas que son esa silla.

Fotografía: Julián Lozano [Cuervajo]
Texto: Asun Martinez Ezketa [Esaotra]