Que no, que no y que no. Que este año tocaba descansar. Me lo había dicho a mi misma y a todo el que me había querido oir cada vez que el destino de las próximas vacaciones salía a relucir. 'No, este año nada de turismo solidario, ni de viajes mochileros, que ya no tengo edad'... 'Este año algo descansado, facil, cerquita de casa'... 'Este año toca ser solidaria conmigo misma y con mi marido, que estoy muy cansada'...
Pero luego ese demonio _o ese angelito, en estos casos no sé muy bien quién me seduce_ que nos habla a veces desde un hombro, empezó con la vieja disertación: 'Ya descansarás cuando te mueras'... 'Aprovecha ahora que no tienes ataduras, que luego cuando tengas hijos no podrás'... '¿De verdad no quieres, no necesitas, hacerlo una vez más, aunque sea la última?'... No, no y no. Me lo había dicho a mi misma. Se lo había dicho a los demás...
Estaba cansada. Se están arremolinando a mi alrededor un montón de cambios en mi vida que harán que ya no sea nunca más como hasta ahora. Estaba cansada. Había dicho que no...
... Y sin embargo, no pude mantener mi no, pese al cansancio, pese al miedo _que a esto no se acostumbra uno nunca_... Estaba cansada... y me moria de ganas de venir.
Y ahora llega el momento del balance. En vacaciones no deberia ser necesario calibrar nada. Uno viaja, ve cosas bonitas, descansa, disfruta del buen tiempo, sin prisas, sin agobios... Pero no fueron esas vacaciones las que elegi... Elegi unas muy distintas en las que el balance si es necesario. Unas vacaciones que, como dice una muy buena amiga, uno necesita digerir; repasar y poner en orden todo lo visto, oido, olido, tocado y sentido. Incredible India, que se vive con los 5 sentidos.
Incredible India, y un ratito de Nepal, que tendre que digerir mas y mejor a la vuelta, pero en el balance del camino _ese que se hace en las conversaciones eternas en coche, en tren, en los hoteles, en los templos..._, el resultado es positivo.
Calor, monzon, superpoblacion, miseria, una religiosidad que no entiendo... son solo una cara de la moneda. La gama de grises siempre es mas real que el blanco o el negro.
Historia acumulada. Fe en pequeños gestos cotidianos. Personas amables que comparten contigo el idioma de las miradas y los gestos y la curiosidad comun por lo exotico, por la piel, la ropa y las costumbres distintas. Una gastronomia unica, rica, exquisita. Musica que da alegria. El orden dentro del desorden. La certeza de saber que, aunque parezca que estamos en mundos distintos, vivimos y morimos bajo el mismo cielo.
Sigo cansada. Mucho mas que cuando llegue. Pero solo me duele el cuerpo, que al fin es solo una carcasa; lo importante, lo de dentro _cabeza, alma, conciencia, esencia o sea cual sea su nombre_ se siente ahora un poco menos vacio, un poco menos viejo.