esa otra que soy yoesa otra que soy yo

27/11/07

melodia para huir del telediario [poemas]

Na-na-na-na.
Canta mi canción.
Na-na-na.
Alza bien la voz.
Na-na.
Mi canción.
Na.
Haz que acabe este dolor.

Ser de nuevo niña.
Jugar.
Estar siempre en primavera.
Soñar con nubes, con pájaros,
con cometas.
Correr descalza por la hierba.
Ir cantando hasta la escuela.

Na-na-na-na.
Mi canción.
Na-na-na.
Sigue siempre en mi cabeza.
Na-na.
No se quiere ir.
Na.
Consigue que el mundo no duela.

26/11/07

tal vez [poemas]

Tal vez fue necesaria la distancia entre nosotros,
tal vez no habríamos soportado más el peso sobre los hombros.
Tal vez se diluyó en mi sangre
la pasión que encontré al encontrarte.

Tal vez sea cierto que todo pasa y nada queda,
que somos sólo un eslabón
roto en la cadena.

Ahora el mundo está partido,
y ahora mi mitad o la tuya
es lo que antes fue nuestro.

Pero ahora te recuerdo,
y sé que no estás, y desespero;
y te añoro, y busco tu olor en el desierto.

Te has ido, tal vez muy lejos;
y tal vez haya sido necesario que te fueras para entenderlo...

21/11/07

lo que de verdad importa [viajes]

Cuando el pasado viernes llegué a la casa que habíamos alquilado en Isla con la familia lo primero en que pensé fue en irme. Todo el viaje se había organizado muy rápido y no había sido fácil encontrar una casa que cumpliese todos los requisitos sin apenas tiempo (que estuviese cerca para que pudiesen ir también los que trabajan el sábado, que fuese grande para que entrasemos todos de una forma más o menos cómoda, que fuese barata para que estuviese al alcance de todas las economías...). Por eso, a la casa no se le podía pedir más. De hecho, cuando me marché de allí el domingo ya la veía con mucho mejores ojos y no entendía que me pasó a mi llegada para agobiarme hasta el punto de querer marcharme...
La cosa es que llegamos cuando ya era de noche y después de que el coche nos hubiese dado un susto de camino. Cansados, comenzamos a investigar la casa y, puede que por el cansancio, puede que porque mis últimos viajes han sido por suerte a lugares bastante menos económicos y a lo bueno se acostumbra uno rápido, la casa me empezó a agobiar de tal forma que no veía el momento de salir de allí.
Era la típica casa de pueblo, amueblada con todo lo que sobra en los demás sitios y a cuya limpieza no se le dedica demasiado tiempo porque no tiene un uso continuado. Además, como ibamos a ser muchos, había que reorganizar sofás, plegatines y todo lo que pudiese servir para dormir, y al empezar a mover todo, mi alergía al polvo empezó a colaborar con mi agobio y la pija que llevo dentro empezó su lucha por salir. Y casi me voy. Pero me quedé.
Escrito así ahora parece un poco estúpido pero en el momento sentí una sensación de agobio difícil de describir y que quizá sólo las personas un poco maniáticas de la limpieza y el orden como soy yo pueden llegar a comprender. Por suerte, comprendí a tiempo qué era lo verdaderamente importante en ese viaje.
Vi a mis sobrinos jugando por la casa, ajenos a si estaba más o menos limpia, corriendo de un lado a otro, investigando un entorno que era nuevo para ellos, saltando en las camas sin importarles las estrellas que la casa tendría o dejaría de tener si fuese un hotel. Y pensé en el resto de mi familia, que estaría de camino. Y en los que llegarían al día siguiente después de trabajar. Y me quedé. Y fue la mejor decisión que pude haber tomado. Llegó un momento durante el fin de semana que ya no me importaba donde estaba sino con quien. Hablamos, reimos y jugamos en familia. Y eso es lo que de verdad importa.
fin de semana en isla

13/11/07

hay días [ficciones]

Hay días como hoy en los que me levantaría lentamente de mi puesto, tras apagar el ordenador, y me encaminaría al baño, sin hablar con nadie, lentamente, sonriendo a quien cruzase su mirada conmigo en el camino. Abriría el grifo y me lavaría la cara. El maquillaje no se iría del todo sin utilizar ningún producto desmaquillante, por más que lo intentase, pero me daría igual.
Con la cara todavía mojada, me quitaría los zapatos. Saludaría amablemente sin dar ninguna explicación si en ese momento entrase alguna compañera al baño. Simplemente me seguiría quitando los zapatos con la cara todavía mojada después de saludarla con una sonrisa. Con los zapatos en la mano, saldría de la oficina, bajando los escalones de tres en tres, a saltos, y saludando al salir 'adios muy buenas' al portero, quién se quedaría perplejo ante mi cara mojada con restos de maquillaje y mis zapatos en la mano.
Saldría de la oficina y empezaría a correr. Sin saber muy bien a dónde. Correría, sólo eso. Y llegaría a un lugar donde ya no recordase que estaba haciendo cuando decidí irme. Sólo le recordaría a él, que llegaría también en ese momento corriendo, con los zapatos en las manos y la corbata en el bolsillo. Y ya nada más importaría.
Hay días, de verdad, que saldría corriendo.

12/11/07

9/11/07

tu piel contra mi piel [poemas]

Despacio. Sin hablar.
Los ojos han dejado de ver.
Sólo oscuridad.
Unas manos suspendidas en el vacío
que consiguen estremecer
antes de llegar a tocar.

La respiración contenida
y las manos convertidas en el centro del cuerpo.
Millones de sensaciones enfrentadas,
concentrándose en tu piel contra mi piel.

El mundo alrededor girando
mientras la piel se eriza,
la lágrima cae
y mi corazón se detiene
para acompasarse al tuyo.