esa otra que soy yoesa otra que soy yo

15/10/21

«A pesar de la lluvia» en BAFFEST

Pues allá vamos otra vez: En el marco del Festival de Fotografía BAFFEST, volveré a desnudarme. Debería estar acostumbrada, no es la primera vez que me exhibo en público, y cada vez, cada vez, el temblor se repite...

Y el miedo no se va,

pero a veces encuentras a alguien que tiembla contigo.

El próximo jueves 21 de octubre, a las 19:00 horas, en el Centro Cívico Clara Campoamor, leeré algunos poemas y mostraré algunas fotografías de «A pesar de la lluvia», y compartiré el desarrollo del proyecto, desde aquella tímida idea que brotó en 2016, hasta el fotopoemario que auto-publiqué en 2020. Temblando, os espero.



27/8/21

«Los monstruos» en MAPS - GETXOPHOTO

Ahora que ya me siento mayor para ser joven promesa, resulta que voy a participar en un «encuentro entre artistas visuales emergentes»; quizá sea verdad lo de que nunca es tarde. 

Cuando recibí la llamada de Josu Zaldibar, director de la escuela de Fotografía Blackkamera, en la que me he formado (y espero seguir formándome, no se acaba de aprender), me costó creérmelo: Podría participar en una actividad de un festival que me apasiona, Getxophoto, en representación de la escuela, junto a compañerxs que admiro enormemente. 

Me invadió una mezcla de orgullo, nervios, vergüenza y, por supuesto y sobre todo, la firme convicción de que me habrían llamado por error, o porque no había nadie más disponible. Aún así, hice lo que hago siempre: Sonreír amablemente, actuar como si no estuviese muerta de miedo, y esperar el inevitable momento en el que finalmente el evento se cancelaría o iría otra persona, mucho más acertada, en mi lugar.

A un semana del encuentro, ya parece seguro que sí, que va a ser verdad: He recibido mails en los que aparece mi nombre, salgo en la web y ya hiperventilo. Mis monstruos y yo estaremos en MAPS. ¿De verdad?






16/6/21

calla y continúa girando en la rueda [mis cosas]

Siempre se dice que caminamos a hombros de gigantas. Disfrutamos de los avances y los logros de aquellas que nos precedieron. Cierto. Pero también llevamos sobre nuestros hombros el peso de la tradición: La exigencia de aprovechar las oportunidades, de sostener lo conseguido por otras, de demostrar que podemos, por las que pudieron, por las que ahora no pueden, por las que no podrán más.

Y en ese mandato, hemos de ser buenas profesionales, buenas madres, buenas hijas, buenas amantes, buenas amigas. Y buenas con nosotras mismas: Duerme al menos 8 horas, es el mejor tratamiento de belleza. Haz algo de ejercicio cada día. Come sano y consciente. Viste a la moda, maquíllate a la moda, que tus pelos vayan a la moda. Lee, aprende, mejora. Infórmate, posiciónate, milita, hay causas justas que no pueden esperar a tu indiferencia, a tu falta de tiempo. 

TODO ES CUESTIÓN DE ORGANIZACIÓN. Si no llegas a todo, es porque no te organizas, porque no le pones suficientes ganas. Querer es poder. No puedes porque no quieres. Te agobias porque quieres. Sólo tienes que aprender a tomarte las cosas de otra forma. Hazlo de otra forma, pero para continuar con lo mismo: para poder con todo. No te olvides de que la mejora continua empieza por ti. No tienes problemas; eres el problema. Calla y continúa girando en la rueda. 

Eras más divertida cuando te preocupabas menos y podías más. No tienes problemas; eres el problema. Calla y continúa girando en la rueda. Nadie te va a querer así.

18/5/21

«El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI», de Tamara Tenenbaum, y algunas lecturas más... [mis lecturas]

«El fin del amor»
Tamara Tenenbaum
Editorial Seix Barral
312 páginas

Hay momentos que una tiene cuerpo de novela y no de ensayo. Una tras otra iba colando historias y procrastinando el momento de enfrentarme a este libro a caballo entre el ensayo y la autoficción, a pesar de que intuía que lo que encontraría en sus páginas me iba a gustar. O más que gustar, me iba a reconfortar y a reafirmar. Y así ha sido.

Tenenbaum ha conseguido ordenar muchas de las ideas que muchas mujeres y muchas más feministas, tenemos dando tumbos dentro. Lo hace de un modo ameno, que parece incluso ligero, o se lee como ligero, más bien, porque detrás de cada tema abordado hay una ingente cantidad de referencias y se vislumbra una gran labor de documentación y reflexión por su parte.

El libro ha venido a reforzar una idea que, una lectura tras otra, parece innegable: Algo ha cambiado y se está movimiento en el universo femenino. La lucha feminista no es nueva y no está ni siquiera cerca de estar concluida, pero es un clamor que está en un momento álgido. Son muchas las escritoras que están centrando su discurso en otro modo de hacer las cosas, que están al fin ocupando un espacio en el mundo en general, y en la Literatura en particular, que hasta ahora nos había sido negado.

Leyendo a Tamara me han resonado fuerte otros títulos recientes («Caliente» de Luna Miguel o «Feminismo Vibrante» de Ana Requena Aguilar, por ejemplo), que apuntan en la misma dirección, tocando parecidos temas y haciéndose las mismas preguntas. Tomando conciencia, al fin, de que el feminismo no sólo es una cuestión de sexo, sino de poder y de cómo se ejerce, que tras los mandatos de género y todo lo que encierran (desde los trabajos que cada cual puede desempeñar hasta cómo se distribuyen los afectos), hay un sistema capitalista que nos quiere dóciles y encerradas en la rutina de nuestras obligaciones.

«Había cosas que eran de puta, cosas que eran de tonta, cosas que eran de ridícula y cosas que eran de loca […] El resto de chicas no tenían todo tan claro como yo pensaba. Todas tenían miedo de hacer las cosas mal; todas sentían en algún momento que en efecto estaban haciendo las cosas mal».

«Tendemos a pensar que somos absolutamente libres y que, si sentimos que no lo somos, es por una debilidad propia: que si empezamos a “pensar distinto” vamos a dejar de sufrir por ser gordas, estar solteras o ganar poca plata. Tengo buenas y malas noticias: 1) no estás sola, todo eso que pensás que es culpa tuya no está bajo tu control (más que en apariencia); 2) el “problema” no se soluciona con un “cambio de cabeza”; lo que hay que cambiar es el mundo».

Es en este relato compartido de las mujeres que están atreviéndose a hablar en voz alta donde surge la posibilidad de cambio. A medida que buscamos espacios para compartirnos y reflexionar sobre lo que somos y lo que deseamos, se hace patente que por separado nuestros problemas son (parecen) irresolubles, pero que uniendo nuestras voces, el relato que nos habían contado cae, para dejar paso a una historia común en la que sentimos por fin que podemos ser protagonistas. El tiempo de las musas y las vírgenes postradas pasó.

«Una mujer puede hacer infinitas cosas pero, si no tiene amor, socialmente será reconocida como vacía, como sujeto incompleto […] Debe darlo todo -su tiempo, su fuerza de trabajo, su disponibilidad emocional-».

Y en esta historia en la que somos protagonistas, muchas nos hemos parado (me incluyo como militante de la esperanza en el cambio posible) incluso a repensar el argumento, en formas y en contenido. Desde el trabajo al amor, pasando por la forma de comunicarnos o de follar: El lenguaje universal masculino y bélico no es nuestra forma de narrar.

La verdadera revolución del feminismo está en repensar la forma de hacerlo TODO, tomar conciencia de que amar no nos hace más débiles, que mostrar nuestra vulnerabilidad no nos expone como víctimas, sino como humanas deseantes y sintientes en un mundo a la vez hostil y bello.

Tenenbaum va repasando y repensando los constructos sociales en los que se basan nuestros roles de género, nuestras formas de estar en el mundo: La pareja, el matrimonio, las relaciones sexuales, el consentimiento, el culto al cuerpo y a la belleza, la maternidad… No da respuestas, sólo plantea cuestiones; sólo nos invita a reflexionar con ella sobre cómo articulamos nuestra vida sobre decisiones que creemos tomar de una forma libre, mientras está operando en nosotras todo el peso de la tradición y la inercia cultural, social y moral que nos rodea.

Es un libro para leer subrayando, releer pensando y pensar actuando; invita a soñarnos más allá de los márgenes que la sociedad impone. Aquí algunos de mis subrayados, sólo algunos, merecen la reflexión todos…

«En las sociedades de consumo urbanas contemporáneas la pareja es una tarea más».

«La armonía conyugal, que antes era un mandato moral, se recicló como parámetro de éxito».

«Ser feliz hoy tiene que ver más con la obligación que con el deseo. ¿Es posible salir de esto? ¿Se puede querer otra cosa que ser cada vez más y más feliz?»

«En la carrera del bienestar, todos creemos que vamos perdiendo. Estoy cansada, pero además de estarlo, me siento culpable por estar cansada. El relato de la salud y el bienestar como caminos hacia una mejoría infinita viene a paliar la ansiedad que nos produce la ausencia de un orden moral compartido con todos, la incertidumbre y el vacío que nos dejó la caída de los grandes relatos».

«El feminismo no consiste en cuestionar el deseo de las otras, sino el propio, aunque sea doloroso, sobre todo cuando la sensación es que eso que anhelamos no nos está haciendo bien».

«Queremos vínculos igualitarios y honestos. […] También queremos enamorarnos, queremos coger y queremos que nos quieran; queremos estabilidad y queremos adrenalina, el bote salvavidas y el oleaje, todo al mismo tiempo. Pero ¿se puede tener todo eso?»

«La libertad sexual de las mujeres atenta contra la capacidad de los hombres de subyugarlas. […] Eso que tanto tiempo se llamó virtud no es solamente un concepto moral y religioso: también es un concepto político y económico».

«La pareja puede salvarse si la descentramos, si la corremos del podio de la vida como piedra de toque del éxito, la salud y la felicidad, incluso si dejamos de pensarla como piedra de toque del amor, como su fin o su expresión última. Y más importante, porque en el fondo salvar la pareja me da igual: con mucho amor, mucha amistad, mucha comunidad y mucha suerte quizás nos salvamos nosotras».

«De esto hay que llenar el mundo: de historias de mujeres que no amen ni odien sus cuerpos, y que los acepten como son en cualquier formato; de mujeres que tengan libertad, la libertad verdadera, de hablar de otra cosa».

«Quiero construir a partir de esos vínculos fluidos un compromiso comunitario y colectivo con los cuerpos y las personas deseantes que conozco que no implique obligaciones ni etiquetas pero sí cuidado y afecto en el sentido más amplio pero también más verdadero de estos términos».


«Feminismo Vibrante»
Ana Requena Aguilar
Editorial Roca
228 páginas
Feminismo Vibrante

Leer a Tamara Tenenbaum me ha traído de vuelta a «Feminismo vibrante. Si no hay placer no es nuestra revolución» de Ana Requena Aguilar. En días en los que los feminismos parecen una guerra abierta desde la rabia y el resentimiento (justificado) tras siglos de tropelías contra las mujeres, Requena viene a recordarnos que es posible cambiar el mundo desde el amor, que otra manera de hacer es posible y que reivindicarnos en el placer es también hacer, y hacernos, justicia.

«Existe un conflicto que tiene que ver con la manera en que históricamente se ha construido la masculinidad y la feminidad, las relaciones sexoafectivas y el poder».

«Queremos cambiar normas no escritas, hacer política de la intimidad».

«¿Es que no hay pilas suficientes para el reloj biológico y para los vibradores al mismo tiempo?»



«Caliente»
Luna Miguel
Editorial Lumen
192 páginas
Caliente

En «Caliente», Luna de Miguel pone más su cuerpo y su mente dentro del relato, mezcla el ensayo con sus propias vivencias, expone sus dudas y sus miedos con valentía, y ahonda en las mismas cuestiones que Tenenbaum y Requena, en este caso mezcladas con reflexiones sobre la escritura en primera persona como medio y como fin para exorcizar los dolores de amar y vivir.

«¿Qué es más humillante, narrar el dolor, o narrar el placer?»

«Reflexionar sobre el amor plural, sobre la crianza o sobre el placer en solitario a veces nos lleva a escenarios que nunca habíamos imaginado para nosotras».

«Confundimos el relato de la vulnerabilidad con la exhibición. Y si a la vez ese relato lo ha gestado una mujer, con la degradación».

«Escribir diciendo cosas que hacen daño, con la intención de que nunca más duelan».

«El desconocimiento del cuerpo es un mecanismo de opresión para cualquier mujer. […] También es vergonzoso que hasta 1998 no se empezara a estudiar la anatomía completa del clítoris».

«La fealdad es un mecanismo de opresión, y la cultura que consumimos, una muestra de ello».

«¿Cómo reconciliar el deseo de ser mujeres físicamente libres con el deseo de ser deseadas?» (Alma Gullermoprieto)

«La labor de la mujer consistirá en personalizar e individualizar el erotismo, vinculándolo a la emoción, al amor». (Anaïs Nin)

«Las madres también gozan». «Las madres también follan». «Las madres también se tocan». «Las madres también desean». «Las madres también engañan».

«Cuánto sentimiento de culpa al abrazar aquella noche en Alcalá de Henares a mi hijo recién dormido, con el olor del sexo de otro hombre muy distinto a su padre agarrándose a mi corazón».

«Una de las preguntas más torpes que yo me hacía al comienzo era esta: ¿de verdad es posible amar a más de una persona? Luego todo, cambió: ¿de verdad habéis sido capaces de reprimir vuestro deseo durante tanto tiempo?».

«Soñamos con un mundo en el que nadie tenga ni voz ni voto sobre tus elecciones vitales, o sobre quién decides amar, o sobre cómo eliges expresar ese amor, excepto tú y tus amantes». (Dossie Easton y Janet W. Hardy)


«Pensamiento monógamo, terror poliamoroso»
Brigitte Vasallo
Editorial La oveja roja
220 páginas


Pensamiento monógamo, terror poliamoroso

Y como siempre que repaso lecturas feministas y alternativas al amor romántico, acabo en Brigitte Vasallo. Si las tres anteriores lecturas lanzan la piedra del poliamor al río de la reflexión, la Vasallo hace que la piedra salte y salte sobre el agua sin llegar a hundirse. Su libro «Pensamiento monógamo, terror poliamoroso» es una lectura obligada para todas las que desde el feminismo creemos en otras formas de construir relaciones. Como el libro de Tenenbaum, a la Vasallo se la lee con lápiz afilado para subrayar y asintiendo con la cabeza. Leerla es entender por qué estamos dónde estamos como sociedad y sobre todo, por qué queremos ser parte de la disidencia. En el cansancio de los días, cuando la corriente empuja demasiado, releer a estas mujeres ayuda a saltar de nuevo sobre al agua y seguir remontando el río, a contracorriente.

«El imaginario es tan potente, que no alcanzamos ni a plantearnos que lo disfuncional es el sistema y no nosotras».

«Desmontar la monogamia es desmontar el sistema piramidal».

«El discurso neoliberal propone las relaciones no-monógamas como quien vende cachivaches en una feria de telefonía móvil […] Felicidad de supermercado. Mucha libertad y pocos cuidados […] Mucho de lo de siempre disfrazado de otra cosa».

«La posibilidad de alternativa al sistema monógamo no va de ligues y noviazgos, sino de colectivización de los afectos, de los cuidados, de los deseos y de los dolores».

«La monogamia no se desmonta follando más, ni enamorándose simultáneamente de más gente, sino construyendo relaciones de manera distinta que permitan follar más y enamorarnos simultáneamente de más gente sin que nadie se quiebre en el camino».

«Vamos a soñarnos con intensidad. Vamos a incomodarnos. Vamos a ver hasta qué punto somos capaces de pensarnos radicalmente».


«La mejor madre del mundo»
Nuria Labari
Editorial Random House
224 páginas
La mejor madre del mundo

La última pregunta que se hace Tamara Tenembaum en el libro, y un muro contra el que chocamos en uno u otro momento todas las mujeres, es la maternidad. He vuelto aquí al mejor libro que he leído sobre el tema (quizá junto a «Nadie me dijo» de Hollie McNish: «Me siento culpable en todo lo que se relaciona con ser madre. Me desperté esta mañana sintiéndome culpable. He estado fuera una noche. Una noche. Me siento libre y culpable. ¡Libre, libre y culpable!»): «La mejor madre del mundo» de Nuria Labari. El libro es una delicia de principio a fin y tiene perlas como estas:

«Deseo. Tener. Hijo. Tres palabras. Deseo + tener. ¿Cuánto resta el verbo tener al mejor de los deseos? […] Deseo + hijo = Problema. Porque un deseo cumplido es un deseo acabado».

«Me pregunto quién demonios descansa en el último castillo y sólo espero que no sea una mujer dormida a la que un hombre decida besar sin pedirle permiso con la excusa de despertarla. Tampoco quiero besarla yo. Donde quiera que vayamos, espero encontrarme con una mujer por fin despierta. O yo misma la mataré con mis manos».

«La música amansa a las fieras y la maternidad a las hembras».



Cada libro me lleva a otros libros, cada mujer a otras mujeres. Quizá no podamos reescribir la historia, pero sí contarla a partir de ahora. Y no sólo eso: Podemos decidirla, a nuestra manera. Acabo citando a Audre Lorde, que creo que aparece en prácticamente todos los libros que he citado yo hoy: «Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo». Seamos la herramienta del cambio.


23/4/21

«A pesar de la lluvia» en Libreramente

Anunciar en el día del libro la presentación del mío en una librería me parece un sueño. Hay una bola negra dentro de mí que atasca las palabras cuando intento contarlo. Pero es real. Porque ya hay fecha. Hay lugar. Y hay mucha ilusión y mucha emoción en el pequeño evento que estamos preparando. Con la ayuda de Enya de Libreramente, y al calor de ese rincón tan precioso que ha creado en su librería, el 8 de mayo leeré algunos de mis poemas y compartiremos fotografías de mi fotopoemario «A pesar de la lluvia».

Las plazas serán muy limitadas, debido a la pandemia. Para inscribirse, hay que mandar un email a libreria.libreramente@gmail.com. Será una presentación pequeña, pero estamos poniendo todo el corazón en que sea grande para quienes queráis acompañarnos.


Algunas fotografías y poemas de «A pesar de la lluvia» están ya expuestas en la librería durante todo el mes. Si no conocéis Libreramente, estáis tardando en acercaros. La exposición no sé, la librería seguro os va a encantar.




22/4/21

«Humo», de José Ovejero [mis lecturas]

«Humo»
José Ovejero
Editorial Galaxia Gutenberg
144 páginas
Imagina un bordado delicado representando una escena horrenda. Imagina pasar los dedos por el hilo. Sentir el tacto suave. Disfrutar de la precisión, del buen hacer, de la belleza, de cada puntada. Y olvidarte por un momento de la escena que representa. Parpadear entonces, alejar rápidamente tus manos del bordado, coger distancia y observar la escena: Ver tu ciudad en llamas sin saber por qué arde. Notar cómo crece en ti el desasosiego, el vértigo de una realidad asfixiante, una suerte de desesperanza que de pronto te atenaza. Imagina querer alejarte y aún así volver. Acercar de nuevo tu mano. Estremecerte con el nuevo contacto. Cerrar los ojos y sentir algo parecido a la felicidad más primigenia. Mientras el humo te rodea.

Magistral. Esa es la palabra que invadió mi mente al cerrar el libro. Lo empecé sin haber leído siquiera su sinopsis, sólo conducida por la recomendación de mi librera de confianza y su sugerente portada. La brevedad y ambigüedad del título tampoco daban más información. Una vez acabado, tampoco puedo explicar completamente su trama. Ovejero plantea unos personajes complejos en un escenario aún más complejo, con aparente sencillez, y los enfrenta a la violencia de la vida, sin compasión. «Humo» es un bordado delicado representando una escena horrenda. Me ha dolido leerlo. Me ha hecho feliz.

19/4/21

«Memoria de chica», de Annie Ernaux [mis lecturas]

«Memoria de chica»
Annie Ernaux
Editorial Cabaret Voltarire
208 páginas
Hay lecturas a las que me obligo. Esta ha sido una de ellas. No ha sido mi primera vez con Annie Ernaux. El primer libro suyo que cayó en mis manos, «El uso de la foto», por una acertada recomendación de Iñigo Larroque, me fascinó. Más por lo que contaba y por la deliciosa combinación de fotografías y textos para articular el relato, que por cómo lo contaba. Todo el libro es una gran performance en la que Ernaux se desnuda y enseña su intimidad sin pudor.

Animada por esa primera experiencia, leí sobre la autora y decidí que debía seguir leyéndola. Comencé «La mujer helada» y me quedé como el título. Me perdía en la narración, me aburría. Aunque lo tenía todo para engancharme (la temática, la autora, desde dónde escribe…), acabé abandonando a mitad del libro.

Cuando en el Club de lectura propusieron «Memoria de chica» me alegré. Pensé que con «La mujer helada» habría elegido mal entre tantos volúmenes publicados por Ernaux y que esta vez sí, si lo proponían, sería porque éste era uno de sus mejores libros. Es probable que lo sea. Es probable que el problema radique en mí. Lo he leído como quien hace los deberes de Literatura del colegio, más como algo que debía hacer, que como algo que estuviese disfrutando. 

He ido avanzando en el libro con la esperanza de cogerle el truco, engancharme de pronto y disfrutarlo, pero no ha sido así. Me ha costado mucho más tiempo del que debería, dada su breve extensión, terminarlo y cuando al fin lo he hecho, he sentido alivio.

He agradecido la trama, lo que cuenta, la forma de exponer su vulnerabilidad, he conectado con ella no sólo de mujer a mujer, sino entre mujeres de una condición social determinada. Hay memoria compartida ahí, y me quedo con la reflexión posterior sobre mis propias vivencias que el relato de las de Ernaux me ha provocado.

Es necesario que las mujeres escribamos, desde el punto exacto en el que ella lo hace. Sin imposturas. Pero desde luego, no he conectado con su manera de escribir. O no era mi momento para Ernaux. Quizá como ella, pasado el tiempo y con nuevas lecturas en mi haber, no reconozca a mi yo de 2021 escribiendo esto.

25/3/21

el fin del amor [poemas]

La primera vez, crees que será la definitiva,
construyes una coraza y asumes
que no dejarás que nadie vuelva a llegar
hasta ese corazón roto.
Además, quién querría besar una cicatriz.
Lloras durante más días de los necesarios,
te guardas luto.
Crees, de verdad, que es definitivo
ese fin del amor.
La última, tan solo guardas silencio y esperas.
No hay lágrimas eternas, ni coraza.
Sonríes cuanto puedes,
abriendo mucho la boca,
para que se vea bien la herida.
Ahora lo sabes.
Quién querría que la besaran ignorando su cicatriz.


23/3/21

autoconfinamiento [fotografía]

 

Bizcochos, hogazas de pan, mandalas, novelas, zumba, aprender a tocar el ukelele... La gente hizo de todo durante el confinamiento. De todo. Yo pasaba los días teletrabajando (mucho), jugando con mis hijos (mucho) y agotada (mucho). La literatura y la fotografía, que normalmente son mis válvulas de escape, se pusieron en pausa, con todo lo demás. El silencio se me instaló dentro. Pero un día, salió el sol y cogí la cámara de fotos. Este es el resultado: El confinamiento dentro del confinamiento. He empezado, poco a poco, a salir de nuevo a la vida, pero el silencio continúa aún dentro de mí. A día de hoy, creo que ya nunca saldrá.

De forma virtual, porque no puede ser de otra manera, mi fotografía «Autoconfinamiento» forma parte de la XLVIII Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Puedes ver la exposición virtual aquí. En silencio.



23/2/21

«La vegetariana», de Han Kang [mis lecturas]

«La vegetariana»
Han Kang
Editorial :Rata_
240 páginas
Leer «La vegetariana» no ha sido una experiencia placentera y aún así, o mejor dicho por eso, lo he disfrutado enormemente. Empecé las primeras páginas del libro dudando de si continuaría o lo dejaría para más adelante, cuando hubiese leído otros libros que tengo en cola. Y la cola ha tenido que esperar. No mucho, porque me llevó menos de un día y mucho sueño terminarlo.

El concepto «devorar» un libro se inventó para lecturas como esta. Desde el inicio, la historia y la forma de exponerla te atrapa. Se lee con extrañamiento, sin entender muy bien lo que sucede y con curiosidad creciente por entenderlo. 

El libro está dividido en tres bloques y está narrado desde distintas voces para relatar una historia única, dura, desasosegante y altamente cautivadora. Kang se sirve de un hecho aparentemente trivial, la decisión de la protagonista de dejar de comer carne, para hundirse en una historia profunda. El tema al que apunta el título, la vegetariana, es tan sólo la punta del iceberg.

Hay un velo oscuro que cubre la obra, como la historia familiar que retrata. Una historia de secretos, de dolores, de represión y de miedo buscando salida. Y con todo ello, hay belleza. Hay pasajes brutalmente poéticos, eróticos, y asfixiantes hasta la náusea. Kang consigue, con un lenguaje preciso y diálogos directos, provocar sensaciones físicas al lector, a quien mantiene en un deslizamiento constante entre la atracción y la repulsa.

Cuando cerré el libro tras acabarlo y apagué la luz, todas esas sensaciones se quedaron conmigo. Como a la protagonista, me costó conciliar el sueño. Tengo la certeza de que, aunque el paso del tiempo desdibuje los detalles de la trama, todo lo que ha removido en mí el libro, me acompañará siempre. 

¿Hasta dónde somos capaces de llegar para escapar del sistema? Somos la única herramienta de la que disponemos para cambiarlo. «La vegetariana» no deja espacio para la duda. A veces, no deja ni siquiera espacio para respirar.


14/2/21

«Comer es un acto político», de Alain Ducasse y Christian Regouby [mis lecturas]

«Comer es un acto político»
Alain Ducasse y Christian Regouby
Editorial Txalaparta
168 páginas
Empecé este libro con todos mis prejuicios en su contra. El de la alimentación es un debate abierto en el que llevo tiempo evitando entrar activamente, y pensaba que este libro me empujaría de lleno a cuestionarme (más) cosas de las que ya me cuestiono, y amigas, en algún momento hay que descansar la mirada crítica. Yo lo hago con la comida. O creía que lo hacía, porque resulta que el libro está más alineado con mis hábitos de consumo de lo que creía.

Además de al tema, también había prejuzgado al autor. Me sale enseguida un erróneo orgullo de clase que se pone alerta y por defecto en contra, cuando alguien acomodado da lecciones sobre cualquier cuestión vital: Claro, qué fácil es pontificar sobre cómo hacer bien las cosas, cuando están en tus manos los medios para hacerlas bien.

Para rematar, todo lo que huele a libro de autoayuda, a mensajes happy y a mantras del tipo “si quieres, puedes” me ponen definitivamente en pie de guerra. 

«Comer es un acto político» es un libro sobre alimentación, escrito por un chef de fama mundial, que comienza con un momento de clarividencia del autor, tras un dramático accidente al que consiguió sobrevivir. A mí me saltaron todas las alarmas nada más empezar. A punto estuve de cerrarlo y no seguir. 

«La vida es demasiado corta para conformarse con lo tibio y lo anodino. Quiero saborearla con todo mi ser».

Pero hay algo en la forma en que Ducasse se expresa que me impidió abandonar… Está realmente comprometido con lo que relata, y se nota. No es una pose, es alguien que está preocupado genuinamente por cambiar el mundo, desde su parcela, que es la de la comida, y quiere hacerlo desde la alegría de vivir. Reconozco que según avanzaba el libro dejé de negar con la cabeza con una ceja elevada, para asentir y sonreír. 

Dice en las primeras páginas del libro Ducasse una frase que yo suelo utilizar: «No creo en Dios, creo en el ser humano». Ducasse es un gran humanista y defiende una gastronomía humanista, en el fondo y en la forma. Respetuosa con el medio ambiente, pero también y sobre todo con las personas. Habla de comer, pero habla sobre todo de vivir, de convivir, de ser mejores y de hacer mejores las vidas de los demás.

Nos conmina a empoderarnos, a hacer valer nuestra capacidad para elegir un nuevo régimen alimentario, a no permanecer pasivos ante el influjo de la sociedad de consumo.

Hace reflexiones sobre alimentación que se pueden aplicar a cualquier faceta de la vida. Por ejemplo, hablando sobre comer de una forma consciente, nos recuerda la importancia de poner el foco y la atención en lo que estamos haciendo en cada momento, en vivir el momento presente. Algo tan obvio, que se está perdiendo en medio de la velocidad y la multitarea a las que nos sometemos a diario. Es primordial el ejercicio de conciencia al que nos remite Ducasse: «Degustar significa dejar de hablar durante un momento, existir en el instante actual, ser consciente de lo que te rodea y de lo que vas a llevarte a la boca, despertando todos tus sentidos».

«En estos tiempos oscuros, hablar de rituales, de la alegría de vivir, de desenfado, de optimismo y de placer». Esta frase contiene la esencia de la forma de hacer de Ducasse y a mí me ha conquistado. Me ha gustado conocerlo y me ha gustado el libro, porque es de esos de los que una sale diferente a como entró. 

«Actuar está al alcance de todos nosotros, de manera cotidiana, desde el momento en el que nos convencemos de que es posible cambiar el mundo. No podemos optar por no hacer nada».

27/1/21

renacida [poemas]

Dejé de desnudarme frente a los espejos.
La cámara ya no dibujaba los límites de mi piel.
Me perdí en alguna curva 
del laberinto oscuro 
que recorre mis entrañas,
ahogué el impulso,
olvidé la sed.
No me sirven ya los viejos mapas,
sólo hay tierra quemada a mis espaldas.
Y esta furia renacida,
este miedo confundido
con el deseo feroz
de devorar la vida,
antes de que ella me devore a mí.

22/1/21

«Tea Rooms. Mujeres obreras», de Luisa Carnés [mis lecturas]

«Tea Rooms. Mujeres obreras»
Luisa Carnés
Editorial Hoja de Lata
256 páginas
«Tal vez alimenta la tesis de que la única nobleza del globo la constituye la casta de los oprimidos, y le enorgullece pertenecer a ella».

Así habla Luisa Carnés a través de la reflexión de uno de sus personajes, femeninos en su mayoría, de esta novela coral y social. Ahí se posiciona, en ese cierto orgullo de quien pasa dificultades en la vida y lucha por salir adelante. Carnés habla desde la clase trabajadora para la clase trabajadora. 

«Aquí, las únicas que podrían emanciparse por la cultura son las hijas de los grandes propietarios, de los banqueros, de los mercaderes enriquecidos; precisamente las únicas mujeres a quienes no les preocupa en absoluto la emancipación, porque nunca conocieron los zapatos torcidos ni el hambre, que engendra rebeldes».

Y no sólo habla como clase trabajadora, habla como mujer para las mujeres. Quizá por eso me ha gustado el libro, porque impacta directamente en mis bases, porque interpela a mi orgullo de clase y a mi conciencia feminista. Impacta en mis bases y las hace tambalearse: Han pasado 87 años desde la publicación de «Tea Rooms» y sigue dolorosamente vigente. 

Carnés hace un retrato al óleo de la sociedad de su época, sirviéndose del reducido espacio de la sala de té donde entran, salen, viven, sufren, sueñan e incluso mueren sus personajes: Los albores del sindicalismo, la lucha obrera, las desigualdades sociales, la precariedad, el hambre, las reducidas opciones vitales de las mujeres (matrimonio, convento, trabajos decorosos y sacrificados, prostitución), los abortos ilegales, la determinación de algunas personas por salir adelante, la mezquindad de otras.

Con un manejo del lenguaje exquisito y vanguardista (al que le reconozco el valor, pero que ha sido lo que menos me ha enganchado del libro), «Tea Rooms» es un relato costumbrista. Como en una función de teatro, nos asomamos a lo que ocurre en ese salón de té durante un tiempo breve; la acción está iniciada cuando se abre el telón y continuará cuando se cierre. Y nos dejará, o nos dejará sólo a quienes compartimos las mismas bases, un puñado de buenas reflexiones dando vueltas en nuestras cabezas.

«¿Hasta cuándo? ¿Es que «esto» va a ser eterno? ¿Esta lucha del hombre contra el hombre, del hermano contra el hermano?»

Reflexiones vitales y la pesada sensación de que la sociedad ha evolucionado mucho pero no ha cambiado tanto. Las dimensiones de los «salones de té» en los que estamos encerradas hoy en día son mayores ya para muchas, pero el encierro continúa. 

«Ahora, ante la mujer se abre un camino nuevo… […] Ese camino nuevo, dentro del hambre y del caos actuales, es la lucha consiente por la emancipación proletaria mundial».

«¿Cuándo será oída su voz?» Una última pregunta para cerrar el libro, que sigue en el aire. La suya, la de Luisa Carnés, al menos, ha dejado de estar silenciada. Mujer y republicana, exiliada tras la guerra, el peso de la historia escrita por los vencedores en masculino, la sepultó. Hacer justicia es reivindicarla, leerla, incluirla como se merece en la historia de nuestra Literatura.

21/1/21

«Un río en la oscuridad. La huida de un hombre de Corea del Norte», de Masaji Ishikawa [mis lecturas]

«Un río en la oscuridad. 
La huida de un hombre de Corea del Norte» 
Masaji Ishikawa

Editorial Capitán Swing
176 páginas
De este libro, como de Corea del Norte, no se sale. Uno se adentra en su lectura con la facilidad de estar leyendo un texto sencillo de un escritor sin más pretensión que la de contar su historia, sin artificios de lenguaje, sin sutilezas. Y así, casi sin darte cuenta, te enredas en una historia de vida tremenda, incomprensible, dolorosamente injusta. 

«Un río en la oscuridad» son las memorias de Masaji Ishikawa, en las que relata las penurias que atravesó su familia a su llegada a Corea del Norte, y su posterior huida. Unas memorias que suenan lejanas, antiguas, como algo que debería haber quedado atrás en nuestra sociedad civilizada. La crudeza de la historia y su vigencia te confrontan con la desigualdad de la sociedad en la que vivimos, con la ruindad del género humano al que pertenecemos.

«Me recordó en qué consistía el ser humano. Y acabé por reconocer que, con independencia de lo complicada que fuese la realidad, no debías dejarte vencer. Tenías que mantener una voluntad fuerte. Tenías que evocar lo que en el fondo de tu ser sabías que era lo correcto y actuar en consecuencia».

Es un libro que te hace ir más allá de su lectura. Tanto en reflexión interna (sobre lo que somos, lo que somos capaces de hacer, lo que significa realmente la palabra resiliencia), como en búsqueda de información externa. Si llegas al libro, como en mi caso, con muy poco conocimiento de la historia de Corea, sientes inevitablemente la necesidad de leer más, de saber qué ocurre, de posicionarte. 

«La metimos en el ataúd. Intenté cerrar la tapa con un martillo, pero los estúpidos clavos eran de mala calidad y no entraban rectos. Para mí, eso lo decía todo». 

No es una historia con final feliz, como no lo es la propia historia del país, pero merece la pena ser leída y difundida. Las voces silenciadas de quienes han vivido y viven, como Ishikawa y su familia, el horror de un régimen totalitario y devastador, lo merecen.

20/1/21

«Hôzuki, la librería de Mitsuko» de Aki Shimazaki [mis lecturas]

«Hôzuki, la librería de Mitsuko»
Aki Shimazaki
Editorial Nórdica Libros
128 páginas

Suelo subrayar frases cuando leo. Las especialmente bellas, las que me hacen reflexionar, las que me generan rechazo. No hay ninguna subrayada en «Hôzuki, la librería de Mitsuko». Entre por la primera página, salí por la última y cerré el libro. La historia engancha, está bien escrita, está bien resuelta. Se lee del tirón. El relato te va llevando de la mano y atando los cabos sueltos, sorprendentes en un inicio, previsibles al final.

A pesar de que Aki Shimazaki es canadiense, su origen japonés queda claramente patente en su forma de narrar y en los toques de pensamiento mágico de lo que narra. Y esa pátina japonesa está llevada también al diseño en esta cuidada edición de Nórdica: La imagen de cubierta, de Hasui Kawase, es magnífica, invita a la lectura desde la portada.

La maternidad, la adopción, los lazos familiares: Shimazaki se sirve de la trama para tocar temas profundos, sin profundizar en ellos. Describe de una forma muy aséptica, precisa, y a la vez muy bella, la historia de los personajes y sus relaciones, y deja al lector el peso de la reflexión sobre todo lo que no se nombra.

19/1/21

«Ru», de Kim Thúy [mis lecturas]

«Ru»
Kim Thúy

Editorial Periférica
200 páginas
El efecto que nos causan los libros que leemos dependen en gran medida del momento en el que llegan a nosotros. «Rú», con su arrullo, con su delicadeza, con su tempo lento, se insertó en mi frenesí vital, entre una lectura y la siguiente y demasiadas cosas en la cabeza.

Quizá por eso, la belleza de sus pasajes, la sutil forma de narrar de Kim Thúy, no consiguió traspasar del todo mi barrera de atención y el cansancio ganaba la batalla en muchas páginas. A pesar de ser una novela breve, tardé en leerla. La terminé con un desdén injusto, más achacable a mí que al libro. Prueba de ello, son las frases que dejé subrayadas al leerlo, que son muchas y muy bellas. 

«No conocíamos aún el precio del tiempo, su justo valor, su gran escasez».

«Alguien me dijo que los vínculos se tejen con las risas, pero más aún compartiendo, con las frustraciones de compartir».

«… no había envejecido antes de morir. Había detenido el tiempo al seguir divirtiéndose, viviendo hasta el final con la ligereza de los jóvenes adultos».

«Rú» es poesía en prosa, es un canto a la vida, es mostrar la resiliencia sin mostrar el combate, es enseñar el dolor sin la mueca que provoca, y es, sobre todo, una reflexión lúcida sobre el paso del tiempo, los lazos afectivos, y la maternidad, despojados de los convencionalismos que suelen acarrear estos temas.

«Me gustan los hombres del mismo modo, sin desear hacerlos míos. Así soy para ellos una entre otras, sin un papel que desempeñar, sin existir. No necesito su presencia porque no echo en falta a la gente ausente. Son siempre sustituidos o sustituibles. Si ellos no lo son, lo son mis sentimientos hacia ellos. Por esa razón prefiero a los hombres casados, con alianzas en las manos. Me gustan esas manos en mi cuerpo, en mis pechos. Me gustan porque, a pesar de la mezcla de olores, a pesar de la humedad de su piel en la mía, a pesar de la embriaguez, a veces, esos anulares con historia me mantienen alejada, aparte, en la sombra».

«Juntos, esos hombres me enseñaron a estar enamorada, a ser una enamorada, a desear el estado amoroso. Sin embargo, fueron mis hijos quienes me enseñaron el verbo «amar», quienes lo definieron».

«Mis hijos me dieron el poder exclusivo de soplar una herida para hacer desaparecer el dolor, de comprender palabras no pronunciadas, de poseer la verdad universal, de ser un hada».

18/1/21

mis lecturas

«En cuanto acaba el libro y lo cierra, ya lo ha olvidado por completo. De modo que observa un instante la cubierta, con curiosidad, y acto seguido, busca la primera página y empieza a leerlo». Tengo un imán en el microondas con este microrrelato de Quim Monzó. Me representa. Leo y olvido a la misma velocidad. Suele quedar en mí la impronta que me causa una lectura. Sé si un libro me gustó mucho, poco, nada, pero no logro retener mucho más la mayoría de las veces, pasado el tiempo. 

Para ayudarme a fijar mejor los recuerdos y para compartir la maravillosa experiencia de la lectura, llevaba tiempo rumiando la idea de escribir una pequeña reseña de los libros que voy leyendo.

El magnífico Club de Lectura Libre organizado por Libreramente y el Teatro Barakaldo, y dinamizado por Bego R. Orbezua, en el que participo desde hace unos meses, ha sido el revulsivo que necesitaba para dejar de pensar y pasar a la acción. Empezaré pues por los cuatro primeros libros que hemos leído en el Club. Sobra decir que es una experiencia más que recomendable. 


15/1/21

por más que... cómo no

Cómo no va a afectarnos tanto sufrimiento alrededor, tanta incertidumbre, tantas ganas de vivir encerradas bajo llave.

Cómo no va a afectarnos perder la libertad, las sonrisas, el contacto, intentar controlar lo incontrolable, cada acto propio y ajeno, a cada instante.

Cómo no va a afectarnos la injusticia, la impunidad, la falta de solidaridad de algunos, la irresponsabilidad de otros tantos.

Por más que tengamos suerte, que estemos bien, que libremos la bala otra ronda de disparos.

Por más que tengamos refugio, comida, trabajo.

Por más que nos empeñemos en la alegría, en el vaso medio lleno, en la certeza de que esto también pasará, en todo lo bueno que creamos.

Por más que... Cómo no.

Pasamos de la risa al llanto. Del continuar como si nada, al bloqueo inesperado. Del llanto a la risa de nuevo. Nos bloqueamos y continuamos. Continuamos y nos bloqueamos.

Y menos mal. Menos mal que nos movemos entre la risa y el llanto. Si no fuese así, no seríamos humanos.

5/1/21

a la deriva [ficciones]

Después de este año terrible, lo único que me faltaba era terminarlo así, varada en mitad del océano. Hemos perdido la comunicación por radio y apenas hay espacio en esta pequeña embarcación para los tres que hemos conseguido mantenernos a flote. Restos de una bolsa de patatas fritas y medio zumo caliente con la pajita perdida en el interior del envase son todos los víveres de los que disponemos hasta que llegue el rescate. Si llega. No sé cuánto tiempo llevamos aquí. Casi sin darme cuenta, me estoy deslizando, poco a poco, hasta el borde de la barca... 

_¡Cuidado! ¡Tiburones!

Mi hijo tira de mí con fuerza para rescatarme. 

_No puedes salirte de la manta, mamá, si tocas la alfombra, te comen los tiburones.

Y se come otra patata frita, mientras seguimos a la deriva, esperando el fin de año en el salón.

[Microrrelato escrito para el concurso de cuentos navideños #unaNavidaddiferente]