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21/1/21

«Un río en la oscuridad. La huida de un hombre de Corea del Norte», de Masaji Ishikawa [mis lecturas]

«Un río en la oscuridad. 
La huida de un hombre de Corea del Norte» 
Masaji Ishikawa

Editorial Capitán Swing
176 páginas
De este libro, como de Corea del Norte, no se sale. Uno se adentra en su lectura con la facilidad de estar leyendo un texto sencillo de un escritor sin más pretensión que la de contar su historia, sin artificios de lenguaje, sin sutilezas. Y así, casi sin darte cuenta, te enredas en una historia de vida tremenda, incomprensible, dolorosamente injusta. 

«Un río en la oscuridad» son las memorias de Masaji Ishikawa, en las que relata las penurias que atravesó su familia a su llegada a Corea del Norte, y su posterior huida. Unas memorias que suenan lejanas, antiguas, como algo que debería haber quedado atrás en nuestra sociedad civilizada. La crudeza de la historia y su vigencia te confrontan con la desigualdad de la sociedad en la que vivimos, con la ruindad del género humano al que pertenecemos.

«Me recordó en qué consistía el ser humano. Y acabé por reconocer que, con independencia de lo complicada que fuese la realidad, no debías dejarte vencer. Tenías que mantener una voluntad fuerte. Tenías que evocar lo que en el fondo de tu ser sabías que era lo correcto y actuar en consecuencia».

Es un libro que te hace ir más allá de su lectura. Tanto en reflexión interna (sobre lo que somos, lo que somos capaces de hacer, lo que significa realmente la palabra resiliencia), como en búsqueda de información externa. Si llegas al libro, como en mi caso, con muy poco conocimiento de la historia de Corea, sientes inevitablemente la necesidad de leer más, de saber qué ocurre, de posicionarte. 

«La metimos en el ataúd. Intenté cerrar la tapa con un martillo, pero los estúpidos clavos eran de mala calidad y no entraban rectos. Para mí, eso lo decía todo». 

No es una historia con final feliz, como no lo es la propia historia del país, pero merece la pena ser leída y difundida. Las voces silenciadas de quienes han vivido y viven, como Ishikawa y su familia, el horror de un régimen totalitario y devastador, lo merecen.

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