Imagina un bordado delicado representando una escena horrenda. Imagina pasar los dedos por el hilo. Sentir el tacto suave. Disfrutar de la precisión, del buen hacer, de la belleza, de cada puntada. Y olvidarte por un momento de la escena que representa. Parpadear entonces, alejar rápidamente tus manos del bordado, coger distancia y observar la escena: Ver tu ciudad en llamas sin saber por qué arde. Notar cómo crece en ti el desasosiego, el vértigo de una realidad asfixiante, una suerte de desesperanza que de pronto te atenaza. Imagina querer alejarte y aún así volver. Acercar de nuevo tu mano. Estremecerte con el nuevo contacto. Cerrar los ojos y sentir algo parecido a la felicidad más primigenia. Mientras el humo te rodea.
Magistral. Esa es la palabra que invadió mi mente al cerrar el libro. Lo empecé sin haber leído siquiera su sinopsis, sólo conducida por la recomendación de
mi librera de confianza y su sugerente portada. La brevedad y ambigüedad del título tampoco daban más información. Una vez acabado, tampoco puedo explicar completamente su trama. Ovejero plantea unos personajes complejos en un escenario aún más complejo, con aparente sencillez, y los enfrenta a la violencia de la vida, sin compasión. «Humo» es un bordado delicado representando una escena horrenda. Me ha dolido leerlo. Me ha hecho feliz.
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