Se despertó desorientado. Había luz en la habitación, pero sus ojos no conseguían enfocar con nitidez. Por un instante creyó ver algo que pasaba velozmente frente a él. Una mancha negra, un borrón que se movía de un lado al otro sin parar, sin dejarle tiempo para verlo. Parpadeó. Otra vez. Otra. Cerró los ojos con fuerza. Y entonces su mente discernió por fin el sonido que llevaba un rato sonando en sus oídos y que no lo lograba entender... Puedes hacerlo. Sólo dale tiempo. Tienes que acostumbrarte a la luz.
Era verdad; después de otro par de intentos, el pequeño trozo de espejo que aquel matasanos de bata sucia sostenía en su mano le devolvió el reflejo de unos ojos enrojecidos que por primera vez en 38 años conseguían ver a su dueño.
Le matarían tan pronto como le capturaran, pero sin duda ver el mundo real, su yo real, aunque fuese por poco tiempo, habría merecido la pena... Y quizá, quién sabe, si unos cuanto más se decidiesen... quizá podrían cambiar las cosas... volver a construir un mundo que mereciese la pena ver... en el que nadie más estuviese condenado a la oscuridad de nuevo...
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