Piedra a piedra.
Con cada una de las que nos tiraron
construimos nuestra casa,
sin oír a los demás,
sin mirar hacia el pasado;
sin importarnos lo que decían
todas las bocas que murmuraban
por lo bajo cuando no estábamos,
y que sonreían a nuestro lado;
ni los que gritaban muy alto,
poniendo el grito en el cielo,
las manos en la cabeza
y por encima de todo la apariencia.
“Parecer, guardar las formas,
no salirse de la hilera”.
Y al que se salga... Piedras.
Pero ahora no nos alcanzan
sus pedradas, ni sus voces, ni sus apariencias:
Solos tú y yo,
y nuestras conciencias.
Sin ataduras,
sin dobles morales,
sin Dios
y sin creencias.
Creyendo sólo en nosotros mismos,
y en las promesas
que en el pasado nosotros mismos rompimos,
y que, sin hablar, sabemos que ahora son ciertas.
3/4/07
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