No voy a hablar de política aquí porque no creo que sea el sitio, pero sí que voy a hablar de lo que ha dicho un político. Que en España se vive bien, ha dicho, mejor que nunca. Y se ha destapado la caja de Pandora. Es la frase de moda, todos la comentan, todos se posicionan a favor o en contra. Sin gama de grises.
En contra. Leo de forma rápida, atragantada, sin poder despegar la vista del papel, el discurso absurdo que vomita, más que escribe, una suerte de periodista, o comentarista, no sé, una española, joven y bien peinada para la foto. Se queja. Se queja mucho. Y yo no puedo dejar de leerla y negar con la cabeza.
Se queja de que tenemos todo y, aún así, no somos felices. Que quizá sea verdad, pero no sé qué pinta en todo esto el Gobierno, pero ya he dicho que no quiero hablar de política. Quiero hablar de lo irresponsable, de lo irrazonable, de lo injusto que es decir que vivimos mal porque somos la generación de los mileuristas, porque tenemos universidades, televisión por cable, internet, montones de libros, un i-pod, un pórtatil, coches, vuelos baratos y un largo etcétera, tras el que la infeliz escritora relata como este hiperconsumismo no nos lleva a la felicidad, 'enmascara nuestra constante insatisfacción pero no consigue borrarla'. De nuevo, la culpa del Gobierno, porque la vida está muy cara _por su culpa, se entiende_, la vivienda, la educación de los hijos, los transportes, los alimentos...
Pobre. Pobre generación atormentada que se queja, escribiendo en un periódico de esos gratuitos que regalan en el metro. Pobre, el que lo lee de camino al trabajo o a tomar unas cañas con los amigos, y asiente.
No es mi intención saber más de la vida que nadie porque he vislumbrado la vida del llamado tercer mundo, quizá de una forma un poco más cercana que el resto, pero sigue siendo desde la barrera, desde la seguridad que da una visa en un bolsillo y un billete de vuelta en el otro.
No, no quiero, ni puedo, dar sermones. Pero tampoco puedo ver el mundo a través del cristal de la indiferencia y estar callada. Porque creo que tenemos mucha suerte y no lo vemos. Porque creo que en vez de quejarnos tanto y sentirnos tan tristes, tan vacios, tan necesitados de un psicoanalista a 100 euros la sesión, deberíamos dar gracias a Dios por haber nacido en este continente, en este país y en este siglo. Y lo dice una atea.
2 comentarios:
Ay querida amiga, no sé a quién ni cuando hay o habrá que dar las gracias, pero sí es cierto, que tenemos "mucha tontería" en la cabeza... qué bien te entiendo... Y ya sabes, yo soy más burra y menos diplomática, así que ahí va... Dejemos de mirarnos el ombligo de una vez, de dejar de pensar en la próxima depresión que nos vamos a pillar y el respectivo psicólogo con su respectiva tarifa, más el lugar en la cola de la compra del nuevo modelo de no sé cómo se llama que ha sacado Teléfonica... Ya sabes, era la única junto con nosotros diez que sabe qué es Huachipa y aún así... se calla... se calla... Besos mi "sora Asul" y gracias por ser y estar... La Meche..
Gracias a ti Merche por ser tan "burra y poco diplomática" como tú dices... aunque yo creo que lo que eres es demasiado buena gente :D Tengo mucha suerte de haber recorrido tantos kilómetros y haberte conocido!
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