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14/2/21

«Comer es un acto político», de Alain Ducasse y Christian Regouby [mis lecturas]

«Comer es un acto político»
Alain Ducasse y Christian Regouby
Editorial Txalaparta
168 páginas
Empecé este libro con todos mis prejuicios en su contra. El de la alimentación es un debate abierto en el que llevo tiempo evitando entrar activamente, y pensaba que este libro me empujaría de lleno a cuestionarme (más) cosas de las que ya me cuestiono, y amigas, en algún momento hay que descansar la mirada crítica. Yo lo hago con la comida. O creía que lo hacía, porque resulta que el libro está más alineado con mis hábitos de consumo de lo que creía.

Además de al tema, también había prejuzgado al autor. Me sale enseguida un erróneo orgullo de clase que se pone alerta y por defecto en contra, cuando alguien acomodado da lecciones sobre cualquier cuestión vital: Claro, qué fácil es pontificar sobre cómo hacer bien las cosas, cuando están en tus manos los medios para hacerlas bien.

Para rematar, todo lo que huele a libro de autoayuda, a mensajes happy y a mantras del tipo “si quieres, puedes” me ponen definitivamente en pie de guerra. 

«Comer es un acto político» es un libro sobre alimentación, escrito por un chef de fama mundial, que comienza con un momento de clarividencia del autor, tras un dramático accidente al que consiguió sobrevivir. A mí me saltaron todas las alarmas nada más empezar. A punto estuve de cerrarlo y no seguir. 

«La vida es demasiado corta para conformarse con lo tibio y lo anodino. Quiero saborearla con todo mi ser».

Pero hay algo en la forma en que Ducasse se expresa que me impidió abandonar… Está realmente comprometido con lo que relata, y se nota. No es una pose, es alguien que está preocupado genuinamente por cambiar el mundo, desde su parcela, que es la de la comida, y quiere hacerlo desde la alegría de vivir. Reconozco que según avanzaba el libro dejé de negar con la cabeza con una ceja elevada, para asentir y sonreír. 

Dice en las primeras páginas del libro Ducasse una frase que yo suelo utilizar: «No creo en Dios, creo en el ser humano». Ducasse es un gran humanista y defiende una gastronomía humanista, en el fondo y en la forma. Respetuosa con el medio ambiente, pero también y sobre todo con las personas. Habla de comer, pero habla sobre todo de vivir, de convivir, de ser mejores y de hacer mejores las vidas de los demás.

Nos conmina a empoderarnos, a hacer valer nuestra capacidad para elegir un nuevo régimen alimentario, a no permanecer pasivos ante el influjo de la sociedad de consumo.

Hace reflexiones sobre alimentación que se pueden aplicar a cualquier faceta de la vida. Por ejemplo, hablando sobre comer de una forma consciente, nos recuerda la importancia de poner el foco y la atención en lo que estamos haciendo en cada momento, en vivir el momento presente. Algo tan obvio, que se está perdiendo en medio de la velocidad y la multitarea a las que nos sometemos a diario. Es primordial el ejercicio de conciencia al que nos remite Ducasse: «Degustar significa dejar de hablar durante un momento, existir en el instante actual, ser consciente de lo que te rodea y de lo que vas a llevarte a la boca, despertando todos tus sentidos».

«En estos tiempos oscuros, hablar de rituales, de la alegría de vivir, de desenfado, de optimismo y de placer». Esta frase contiene la esencia de la forma de hacer de Ducasse y a mí me ha conquistado. Me ha gustado conocerlo y me ha gustado el libro, porque es de esos de los que una sale diferente a como entró. 

«Actuar está al alcance de todos nosotros, de manera cotidiana, desde el momento en el que nos convencemos de que es posible cambiar el mundo. No podemos optar por no hacer nada».

1 comentario:

Gabriel dijo...

Buenas,

Comparto parte de lo que has escrito en esta crítica. Opino que, los razonamientos sobre estos temas por parte de personas que viven en lo alto de la pirámide, no son los más idóneos, salvo que esa persona tenga conciencia de clase por lo que le haya tocado vivir previamente a ese ascenso.

No sé si porque intento sacar algo positivo de cada libro, pero su mensaje no me parece para nada desechable. Creo que es positivo que, alguien de su posición, con sus errores de bulto o no, tenga este posicionamiento. Si queremos algo más práctico, habría que acudir a otro tipo de lecturas.

Sobre todo, me quedo con lo que comentas sobre el ritmo de vida. Parar, respirar, masticar con calma, es el objetivo al que deberíamos aspirar. Otra cosa es que, por circunstancias de cada persona, se pueda o no. Pero visualizar ese objetivo me parece muy positivo, e intentar librarnos de la anestesia de la que habla.

En resumen, muchas cosas no me gustan, pero le saco cosas positivas, como las que has expuesto aquí. Gracias por la crítica ;)

Un saludo !