Otras guerras,
guerras pasadas,
guerras crueles como siempre lo son las guerras,
bañaron de sangre estas tierras.
Sangre. Muerte. Cadáveres masacrados,
niños mutilados, ciudades devastadas.
Nada.
Nada salvo dolor y lágrimas.
El hombre tiene la llave,
para cerrar las puertas a estas atrocidades.
Pero “se acaban las vías diplomáticas”
y el que firma la guerra
no será el que muerto acabe.
Estamos destinados a repetir nuestros errores
(o a pagar por los de otros).
Ya se sabe, el hombre tiene la llave.
La tenía ya hace años,
cuando la usó para encerrarse en su propia cárcel.
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