Surgen de mis labios,
resbalan por mis manos,
nacen de mi pluma,
para adorarte,
las palabras.
Palabras vertidas en tu cuerpo;
vertidas como en un cuenco,
hecho de arcilla y repleto de flores
de colores.
Palabras volcadas en tus ojos;
volcadas como en un arroyo claro,
que fluye montaña abajo, hasta llegar
hasta tus manos.
Palabras derramadas en tus labios,
derramadas como en un pozo,
lleno del placer y del gozo de morir
en tu estuario.
Palabras erigidas ante ti,
sobre ti, para ti.
Palabras a ti debidas,
que me dejan que les dé vida,
sólo a cambio de tu sonrisa.
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