Ordenando papeles viejos he encontrado unos apuntes que escribí hace años con idea de convertirlos en un cuento infantil. Sería uno de esos cuentos a todo color, con dibujos hechos con pinturas pastel y una tipografía divertida... Por supuesto, nunca pasaron de ser unos apuntes arrugados en el cajón de las ideas perdidas... Bueno sí, hoy dejarán der serlo para convertirse en un post en el blog de las ideas perdidas...
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Un idin es un ser alado que vive suspendido entre el cielo y el infinito. Son pequeños y traviesos. Siempre están riendo y su voz suena como un susurro.
Los idines femeninos tienen la piel de color amarillo brillante, y los masculinos de color azul oscuro. Todos, hombres y mujeres, tienen unas pequeñas alas moradas que surgen de sus hombros, parecidas a las de una mariposa nocturna. Pueden caminar, puesto que tienen piernas _su cuerpo es parecido al de un humano en miniatura_ pero generalmente se desplazan volando.
Cuando se enfadan (esto ocurre en contadas ocasiones y su enfado nunca dura más de un minuto) nunca gritan; se quedan muy callados y de su interior emerge una intensa luz que les hace brillar como una luciérnaga.
Se alimentan de gotas de lluvia y, cuando no llueve, se acercan hasta las nubes a beber. Duermen en nidos de arco iris, en grupos de cinco.
En los días en que hay bruma es que los idines están celebrando una fiesta, porque, cuando lo hacen, comen el dulce más delicioso que existe: Algodones azules. Son parecidos a los algodones de azúcar que venden en las ferias, pero los que fabrican los idines son de color azul celeste. Son dulces, esponjosos, se deshacen nada más entrar en la boca y al hacerse, desprenden un aroma suave y un humo blanquecino que lo envuelve todo. Los hombres lo llaman bruma o niebla; los idines lo llaman lireno.
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