Un cielo gris vigila desde el cielo;
la lluvia mancha mi ventana de gotas,
el eco de algún ruido de ciudad consigue traspasarlas,
a la lluvia y a mi ventana.
Pero yo en el interior
estoy ajena a todo esto.
El cielo no me ve.
La lluvia no me moja.
El ruido no me toca.
Estoy escondida en mi soledad,
amándote en silencio.
Casi inerte, suspendida en el tiempo,
esperando tu llegada y, con ella,
mi resurrección.
4/3/07
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