Otra vez y por sorpresa. Ayer me asomé a la ventana y, de pronto, era verano. Subí las persianas de mi casa, bajadas hasta ahora para que la tormenta no rompiese los cristales, y el Sol comenzó a entrar a chorros, me cegó por un momento e inundó rápidamente cada rincón.
Después de dos funarales, un nacimiento no planificado, una operación en ciernes y algún susto más de esos que trae la vida, el verano, de nuevo, ha conseguido llegar hasta mis ventanas. Como siempre, irremisiblemente, inevitablemente, por suerte, el verano, llega.
3 comentarios:
hola sora, qué bonito me escribes...Todo lo que has descrito es la vida, nada más y nada menos y eso es buena señal, porque estás viviendo...algunos se van de aquí sin saber qué es eso, sin distinguir siquiera entre verano e invierno...
Besitos desde mi aislamiento, tengo varicela, sí, no es coña...
Merchita
El verano y su calor...
Espero que todo esté ya en su sitio...
Un beso
Al final todo vuelve a su cauce. Y lo digo por mi vida que ha sido bastante convulsa este año!
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