te dices,
que son sólo números acumulados,
hojas arrancadas al calendario.
Y no importan los años;
lo que duele es el cansancio
que devuelve tu mirada
y que intentan silenciar con una sonrisa tus labios.
Lo que duele es el miedo no a lo que vendrá,
sino a lo que pudimos hacer y no hicimos,
a los saltos al vacío que sólo fueron ojalás.
Lo que duele es el vértigo de los días,
agarrado a las entrañas,
trepando por tus dudas como una lagartija.
Como un anfitrión que tras la fiesta,
se queda solo haciendo chocar copas vacías,
te preguntas si eso es todo,
mientras apagas las velas,
y tiras los restos de comida.
Y no tienes la respuesta,
pero decides organizar otra fiesta.
Quizá sólo sea eso la vida,
una fiesta que acaba siempre antes de lo que debería.
1 comentario:
Magnífico!
Una vez más, gracias!
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