Cae la arena sepultando
un mundo viejo y vencido.
La arena de una muralla
que, antaño, entre todos construimos,
con manos, con manos blancas,
y con negras manos de niño.
Pero, ahora, todavía jóvenes,
ya caemos rendidos;
porque nuestras blancas manos,
nuestras manos negras de niño,
se han alzado en puro grito,
y en puro grito han caído.
Con pedradas y con disparos
las han tumbado;
con miedo y coacción
las han herido.
Pero aún brilla la esperanza;
todavía no está todo perdido.
Mientras siga cayendo arena
es que la muralla no ha caído.
Entre todos, como antaño,
la volveremos a levantar,
con manos, con manos blancas,
y con negras manos de niño.
Y seguiremos alzando nuestras manos,
y seguiremos gritando, en silencio,
por la Paz, la Libertad,
y por esas manos, blancas o negras,
de niño...
Gracias a la inspiración de Nicolás Gillén
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