esa otra que soy yoesa otra que soy yo

28/1/07

justicia [ficciones]

No pido ser entendida porque sé que es imposible; hay ciertas cosas, ciertas verdades, que uno sólo acierta a adivinar cuando ya es demasiado tarde, cuando el fin está ya demasiado próximo.

Por eso, porque ustedes no van a morir, no entenderán por qué es justo lo que hago, por qué cuando escriba esta carta acabaré con mi vida y mi alma se salvará. Por qué sus leyes no hubieran servido para subsanar mi afrenta. Ustedes no sintieron lo que yo sentí; no vieron sus ojos enfermos recorrer mi cuerpo; ni sus manos sucias estrangular mis muslos; ni sus uñas negras clavarse en mis pechos; ni su asqueroso aliento retumbando en mis oídos. No, no lo vieron. Como tampoco vieron la sangre corriendo entre mis piernas... Y el miedo ¿adónde ir?, ¿a quién contarle, y con qué palabras, todo esto?, ¿cómo volver a mirar a un hombre a los ojos?.

Y así, llena de miedo y de dolor, huí de aquel lugar, de aquel negro portal, corriendo, tapando a duras penas mi cuerpo, con las ropas rotas y las manos doloridas de intentar zafarme en vano de aquel cuerpo hediondo.

Después vino el silencio del tiempo, que poco a poco curó las heridas y que me ayudó a poseer la virtud de la Justicia. Se hizo en mi el conocimiento, la certeza de que, en justa venganza, también la sangre del que vertió la mía debía ser derramada. El hombre era el único culpable, pero ahora yo también debía morir para evitar que el hijo del desastre no viese nunca la luz del día.

No fue difícil encontrar al hombre, ni hacer que me acompañase hasta casa y que una vez allí subiese a tomar una copa. Luego, la repulsión y la rabia lo hicieron todo.

Y lo volvieron a hacer una y otra vez, durante muchas noches, hasta que el hastío anegó la ira.

Fue fácil. Todos buscan lo mismo, malditos hijos de puta. Y creo que al final, todos lo entendieron. Lo vi en sus ojos, en el momento en el que el fin estaba ya demasiado próximo. Vi en sus ojos la petición de clemencia, de redención, porque, en el fondo, sabían que eran culpables y que yo era solamente un instrumento de justicia.

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