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«El fin del amor» Tamara Tenenbaum Editorial Seix Barral 312 páginas |
Hay momentos que una tiene cuerpo de
novela y no de ensayo. Una tras otra iba colando historias y procrastinando el
momento de enfrentarme a este libro a caballo entre el ensayo y la autoficción,
a pesar de que intuía que lo que encontraría en sus páginas me iba a gustar. O
más que gustar, me iba a reconfortar y a reafirmar. Y así ha sido.
Tenenbaum ha conseguido ordenar muchas
de las ideas que muchas mujeres y muchas más feministas, tenemos dando tumbos
dentro. Lo hace de un modo ameno, que parece incluso ligero, o se lee como
ligero, más bien, porque detrás de cada tema abordado hay una ingente cantidad
de referencias y se vislumbra una gran labor de documentación y reflexión por
su parte.
El libro ha venido a reforzar una idea
que, una lectura tras otra, parece innegable: Algo ha cambiado y se está
movimiento en el universo femenino. La lucha feminista no es nueva y no está ni
siquiera cerca de estar concluida, pero es un clamor que está en un momento
álgido. Son muchas las escritoras que están centrando su discurso en otro modo de
hacer las cosas, que están al fin ocupando un espacio en el mundo en general, y
en la Literatura en particular, que hasta ahora nos había sido negado.
Leyendo a Tamara me han resonado
fuerte otros títulos recientes («Caliente» de Luna Miguel o «Feminismo
Vibrante» de Ana Requena Aguilar, por ejemplo), que apuntan en la misma
dirección, tocando parecidos temas y haciéndose las mismas preguntas. Tomando
conciencia, al fin, de que el feminismo no sólo es una cuestión de sexo, sino
de poder y de cómo se ejerce, que tras los mandatos de género y todo lo que
encierran (desde los trabajos que cada cual puede desempeñar hasta cómo se
distribuyen los afectos), hay un sistema capitalista que nos quiere dóciles y
encerradas en la rutina de nuestras obligaciones.
«Había cosas que eran de puta, cosas
que eran de tonta, cosas que eran de ridícula y cosas que eran de loca […] El
resto de chicas no tenían todo tan claro como yo pensaba. Todas tenían miedo de
hacer las cosas mal; todas sentían en algún momento que en efecto estaban
haciendo las cosas mal».
«Tendemos a pensar que somos
absolutamente libres y que, si sentimos que no lo somos, es por una debilidad
propia: que si empezamos a “pensar distinto” vamos a dejar de sufrir por ser
gordas, estar solteras o ganar poca plata. Tengo buenas y malas noticias: 1) no
estás sola, todo eso que pensás que es culpa tuya no está bajo tu control (más
que en apariencia); 2) el “problema” no se soluciona con un “cambio de cabeza”;
lo que hay que cambiar es el mundo».
Es en este relato compartido de las
mujeres que están atreviéndose a hablar en voz alta donde surge la posibilidad
de cambio. A medida que buscamos espacios para compartirnos y reflexionar sobre
lo que somos y lo que deseamos, se hace patente que por separado nuestros
problemas son (parecen) irresolubles, pero que uniendo nuestras voces, el relato que
nos habían contado cae, para dejar paso a una historia común en la que sentimos
por fin que podemos ser protagonistas. El tiempo de las musas y las vírgenes
postradas pasó.
«Una mujer puede hacer infinitas cosas
pero, si no tiene amor, socialmente será reconocida como vacía, como sujeto
incompleto […] Debe darlo todo -su tiempo, su fuerza de trabajo, su
disponibilidad emocional-».
Y en esta historia en la que somos
protagonistas, muchas nos hemos parado (me incluyo como militante de la
esperanza en el cambio posible) incluso a repensar el argumento, en formas y en
contenido. Desde el trabajo al amor, pasando por la forma de comunicarnos o de
follar: El lenguaje universal masculino y bélico no es nuestra forma de narrar.
La verdadera revolución del feminismo
está en repensar la forma de hacerlo TODO, tomar conciencia de que amar no nos
hace más débiles, que mostrar nuestra vulnerabilidad no nos expone como víctimas,
sino como humanas deseantes y sintientes en un mundo a la vez hostil y bello.
Tenenbaum va repasando y repensando
los constructos sociales en los que se basan nuestros roles de género, nuestras
formas de estar en el mundo: La pareja, el matrimonio, las relaciones sexuales,
el consentimiento, el culto al cuerpo y a la belleza, la maternidad… No da
respuestas, sólo plantea cuestiones; sólo nos invita a reflexionar con
ella sobre cómo articulamos nuestra vida sobre decisiones que creemos tomar de
una forma libre, mientras está operando en nosotras todo el peso de la
tradición y la inercia cultural, social y moral que nos rodea.
Es un libro para leer subrayando, releer
pensando y pensar actuando; invita a soñarnos más allá de los márgenes que la
sociedad impone. Aquí algunos de mis subrayados, sólo algunos, merecen la
reflexión todos…
«En las sociedades de consumo urbanas
contemporáneas la pareja es una tarea más».
«La armonía conyugal, que antes era un
mandato moral, se recicló como parámetro de éxito».
«Ser feliz hoy tiene que ver más con
la obligación que con el deseo. ¿Es posible salir de esto? ¿Se puede querer
otra cosa que ser cada vez más y más feliz?»
«En la carrera del bienestar, todos
creemos que vamos perdiendo. Estoy cansada, pero además de estarlo, me siento
culpable por estar cansada. El relato de la salud y el bienestar como caminos
hacia una mejoría infinita viene a paliar la ansiedad que nos produce la
ausencia de un orden moral compartido con todos, la incertidumbre y el vacío
que nos dejó la caída de los grandes relatos».
«El feminismo no consiste en
cuestionar el deseo de las otras, sino el propio, aunque sea doloroso, sobre
todo cuando la sensación es que eso que anhelamos no nos está haciendo bien».
«Queremos vínculos igualitarios y honestos.
[…] También queremos enamorarnos, queremos coger y queremos que nos quieran;
queremos estabilidad y queremos adrenalina, el bote salvavidas y el oleaje,
todo al mismo tiempo. Pero ¿se puede tener todo eso?»
«La libertad sexual de las mujeres
atenta contra la capacidad de los hombres de subyugarlas. […] Eso que tanto
tiempo se llamó virtud no es solamente un concepto moral y religioso: también
es un concepto político y económico».
«La pareja puede salvarse si la
descentramos, si la corremos del podio de la vida como piedra de toque del
éxito, la salud y la felicidad, incluso si dejamos de pensarla como piedra de
toque del amor, como su fin o su expresión última. Y más importante, porque en
el fondo salvar la pareja me da igual: con mucho amor, mucha amistad, mucha
comunidad y mucha suerte quizás nos salvamos nosotras».
«De esto hay que llenar el mundo: de
historias de mujeres que no amen ni odien sus cuerpos, y que los acepten como
son en cualquier formato; de mujeres que tengan libertad, la libertad
verdadera, de hablar de otra cosa».
«Quiero construir a partir de esos
vínculos fluidos un compromiso comunitario y colectivo con los cuerpos y las
personas deseantes que conozco que no implique obligaciones ni etiquetas pero
sí cuidado y afecto en el sentido más amplio pero también más verdadero de
estos términos».
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«Feminismo Vibrante» Ana Requena Aguilar Editorial Roca 228 páginas |
Feminismo Vibrante
Leer a Tamara Tenenbaum me ha traído
de vuelta a «Feminismo vibrante. Si no hay placer no es nuestra revolución» de
Ana Requena Aguilar. En días en los que los feminismos parecen una guerra abierta desde
la rabia y el resentimiento (justificado) tras siglos de tropelías contra las
mujeres, Requena viene a recordarnos que es posible cambiar el mundo desde el
amor, que otra manera de hacer es posible y que reivindicarnos en el placer es
también hacer, y hacernos, justicia.
«Existe un conflicto que tiene que ver con la manera en que
históricamente se ha construido la masculinidad y la feminidad, las relaciones
sexoafectivas y el poder».
«Queremos cambiar normas no escritas, hacer política de la
intimidad».
«¿Es que no hay pilas suficientes para el reloj biológico y
para los vibradores al mismo tiempo?»
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«Caliente» Luna Miguel Editorial Lumen 192 páginas |
Caliente
En «Caliente», Luna de Miguel pone más su cuerpo y su mente
dentro del relato, mezcla el ensayo con sus propias vivencias, expone sus dudas
y sus miedos con valentía, y ahonda en las mismas cuestiones que Tenenbaum y
Requena, en este caso mezcladas con reflexiones sobre la escritura en primera
persona como medio y como fin para exorcizar los dolores de amar y vivir.
«¿Qué es más humillante, narrar el dolor, o narrar el
placer?»
«Reflexionar sobre el amor plural, sobre la crianza o sobre
el placer en solitario a veces nos lleva a escenarios que nunca habíamos
imaginado para nosotras».
«Confundimos el relato de la vulnerabilidad con la
exhibición. Y si a la vez ese relato lo ha gestado una mujer, con la
degradación».
«Escribir diciendo cosas que hacen daño, con la intención de
que nunca más duelan».
«El desconocimiento del cuerpo es un mecanismo de opresión
para cualquier mujer. […] También es vergonzoso que hasta 1998 no se empezara a
estudiar la anatomía completa del clítoris».
«La fealdad es un mecanismo de opresión, y la cultura que
consumimos, una muestra de ello».
«¿Cómo reconciliar el deseo de ser mujeres físicamente
libres con el deseo de ser deseadas?» (Alma Gullermoprieto)
«La labor de la mujer consistirá en personalizar e
individualizar el erotismo, vinculándolo a la emoción, al amor». (Anaïs Nin)
«Las madres también gozan». «Las madres también follan».
«Las madres también se tocan». «Las madres también desean». «Las madres también
engañan».
«Cuánto sentimiento de culpa al abrazar aquella noche en
Alcalá de Henares a mi hijo recién dormido, con el olor del sexo de otro hombre
muy distinto a su padre agarrándose a mi corazón».
«Una de las preguntas más torpes que yo me hacía al comienzo
era esta: ¿de verdad es posible amar a más de una persona? Luego todo, cambió:
¿de verdad habéis sido capaces de reprimir vuestro deseo durante tanto
tiempo?».
«Soñamos con un mundo en el que nadie tenga ni voz ni voto
sobre tus elecciones vitales, o sobre quién decides amar, o sobre cómo eliges
expresar ese amor, excepto tú y tus amantes». (Dossie Easton y Janet W. Hardy)
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«Pensamiento monógamo, terror poliamoroso» Brigitte Vasallo Editorial La oveja roja 220 páginas
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Pensamiento monógamo, terror poliamoroso
Y como siempre que repaso lecturas feministas y alternativas
al amor romántico, acabo en Brigitte Vasallo. Si las tres anteriores lecturas
lanzan la piedra del poliamor al río de la reflexión, la Vasallo hace que la
piedra salte y salte sobre el agua sin llegar a hundirse. Su libro «Pensamiento
monógamo, terror poliamoroso» es una lectura obligada
para todas las que desde el feminismo creemos en otras formas de construir
relaciones. Como el libro de Tenenbaum, a la Vasallo se la lee con lápiz
afilado para subrayar y asintiendo con la cabeza. Leerla es entender por qué
estamos dónde estamos como sociedad y sobre todo, por qué queremos ser parte de
la disidencia. En el cansancio de los días, cuando la corriente empuja
demasiado, releer a estas mujeres ayuda a saltar de nuevo sobre al agua y
seguir remontando el río, a contracorriente.
«El imaginario es tan potente, que no alcanzamos ni a
plantearnos que lo disfuncional es el sistema y no nosotras».
«Desmontar la monogamia es desmontar el sistema piramidal».
«El discurso neoliberal propone las relaciones no-monógamas
como quien vende cachivaches en una feria de telefonía móvil […] Felicidad de
supermercado. Mucha libertad y pocos cuidados […] Mucho de lo de siempre
disfrazado de otra cosa».
«La posibilidad de alternativa al sistema monógamo no va de
ligues y noviazgos, sino de colectivización de los afectos, de los cuidados, de
los deseos y de los dolores».
«La monogamia no se desmonta follando más, ni enamorándose
simultáneamente de más gente, sino construyendo relaciones de manera distinta
que permitan follar más y enamorarnos simultáneamente de más gente sin que
nadie se quiebre en el camino».
«Vamos a soñarnos con intensidad. Vamos a incomodarnos.
Vamos a ver hasta qué punto somos capaces de pensarnos radicalmente».
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«La mejor madre del mundo» Nuria Labari Editorial Random House 224 páginas |
La mejor madre del mundo
La última pregunta que se hace Tamara Tenembaum en el libro,
y un muro contra el que chocamos en uno u otro momento todas las mujeres, es la
maternidad. He vuelto aquí al mejor libro que he leído sobre el tema (quizá
junto a «Nadie me dijo» de Hollie McNish: «Me siento culpable en todo lo que se
relaciona con ser madre. Me desperté esta mañana sintiéndome culpable. He
estado fuera una noche. Una noche. Me siento libre y culpable. ¡Libre, libre y
culpable!»): «La mejor madre del mundo» de Nuria Labari. El libro es una
delicia de principio a fin y tiene perlas como estas:
«Deseo. Tener. Hijo. Tres palabras. Deseo + tener. ¿Cuánto
resta el verbo tener al mejor de los deseos? […] Deseo + hijo = Problema.
Porque un deseo cumplido es un deseo acabado».
«Me pregunto quién demonios descansa en el último castillo y
sólo espero que no sea una mujer dormida a la que un hombre decida besar sin
pedirle permiso con la excusa de despertarla. Tampoco quiero besarla yo. Donde
quiera que vayamos, espero encontrarme con una mujer por fin despierta. O yo
misma la mataré con mis manos».
«La música amansa a las fieras y la maternidad a las
hembras».
Cada libro me lleva a otros libros, cada mujer a otras
mujeres. Quizá no podamos reescribir la historia, pero sí contarla a partir de ahora.
Y no sólo eso: Podemos decidirla, a nuestra manera. Acabo citando a Audre Lorde,
que creo que aparece en prácticamente todos los libros que he citado yo hoy: «Las
herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo». Seamos la herramienta
del cambio.